Vistas de página en total

lunes, 17 de febrero de 2014

Y tengo la raza de enviarle un poema de un obsesivo compulsivo a mi hijo.
Con qué derecho, si el desequilibrió lo heredó de mi.
Pobres hijos míos, nunca pude sentirlos pues yo vivía en otro planeta
donde reinaba la locura y la muerte.
Y yo no quería que mi demencia los tocara,
ni con una pluma y me fui a vagar por el mundo,
dando tumbos, hasta que mi padre me llevó al hospital.
Estuve internaba varios meses. Al final, me acostumbré a ese orden
impoluto,  y hasta  las órdenes sonaban  amables  .
Estaba en paz.
Cuántos internamientos llevo sobre mi espalda
Los suficientes como para saber que moriré 
en un asilo de pobres o ricos,
no importa, asilo, manicomio, hospital, clínica.
Encerrada y sonriente pues es allí donde encuentro mis pares.

No hay comentarios: