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sábado, 22 de febrero de 2014

Y siempre me pregunto
por qué eras racistas si tu eras un hermoso cholo fornido
dueño de unas piernas gruesas,
como tu pecho ancho,
bueno para descansar después del amor.
Bueno como ninguno
 para incitar a hacer el amor.
Ese pecho tuyo era privilegiado,
pertenecía a los chancas, a esos seres gigantescos
que construyeron pueblos, levantaron gigantescos monumentos,
con solo sus brazos fuertes.
Había algo en tu olor,
una fragancia a melaza
que me alocaba,
me excitaba,
como una perra.
Y como una perra desnuda
te esperaba fumandote
clamando por el ardor
de mi pubis.

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