El fuego carcome mis mente
Quemó sin piedad mis cuencas
Olas doradas calcinan mis huesos.
Espero mansa la noche eterna.
La tormenta de fuego no cesa
Las llamas crecen como árboles
Arden las cuencas de mis ojos
No sé más si es día o noche.
Las tormentas de fuego me acosan
Arrasan sin piedad mis pobres propiedades
Los poemas , mis alegrías, los amores.
Todo mi ser es ceniza pura.
El mar calló
El viento no susurró
La tormenta de fuego llegó sin aviso
Ardió mi mente, quemó mis recuerdos
Hoy escribo en cenizas.
Alcanzo el barranco
Ato una soga columpiandose al viento
Desciendo prendida de las rocas
Una playa sonríe en lo profundo
O será el abismo aguardando por mí.
Me gusta jugar en el precipicio
Ser una equilibrista de circo
Sentir el vértigo de la altura
Arriesgarme a caer en lo profundo
O, pasar al otro lado
Victoriosa.
Sé que está prohibido
Sé que no debo
Solo quiero subir al barranco
Escuchar el cantar de las olas.
Contemplo el abismo
El viento azota mi rostro
Desordena mi cabellera
Qué puede importar
Soy una equilibrista
de mi propia suerte.
Sé que no debo.
Sé que los susurros de las olas mienten
Subo a la peña más alta
Contemplo el abismo
Qué hechizo extraño gobierna mi vida?
Cómo romper el poder si gozo con el?
El barranco me hechiza
Susurra el viento palabras de amor
Cúanto añoro el vértigo
El abismo y mi fin.
Desde el peñasco más alto
me enamora el abismo.
El vértigo del barranco
La profundidad del vacío.
Aquella noche en una esquina
Mi alma se desgarraba
El buillicio apagó mi grito de dolor.
Nunca llegaste.
Siento en tu hablar quedo
La angustia afixiando
La tristeza de tus respuestas
A la distancia
Te siento.
Añoro el violeta de los atardeceres
El sol radiante
Las noches estrelladas
Por sobre todo,
Extraño tu boca en la mía..
Mi piel encendida.
Qué hechizo tienes
Muchacho misterioso?
Tan solo en dìa te hiciste dueño mío
Tatuaste tu nombre en mi piel
Embrujaste mi alma doliente
Hoy camino sonámbula tras tus pasos.
Me gusta tu mirada muchacho
como si no te importara nada
como si no supiera yo
que estàs atado a otro amor.
Me gustan los muchachos silenciosos
Aquellos que no bailan y
observan la alegría desde su soledad
Apartados de la vida vana
escriben hermosos poemas de amor .
Me gustan los muchachos tìmidos
Aquellos que no se atreven a mirar
Son tiernos, dulces y audaces
si llevas tú , yegua madura
las riendas del amor.
Cómo pedir esta mañana
Aroja un puñado de polvo de estrellas
sobre mi lecho blanco
Ilumina mi rostro con una sonrisa
a la distancia
Así no te añoro
Y tu ausencia no duele tanto.
Te extraño cuando el sol calcina.
La tarde es fría
Las noches de ventisca
En la ciudad
En el desierto.
Siempre te extraño.
Recorro el desierto calcinante
Los volcanes ardientes
Agazapada entre la maleza
Solo para sentir.
Mi piel rasgada por tus garras.
Tus fauces prendidas de mi boca.
Mi cuerpo manso entregado a tí.
Agazapada entre los matorrales ,
Bajo la tierra ardiente
El mar turbulento
Venciendo tu olvido
Negando mil veces tu nombre
Te esperaré.
Me interno en la maleza en pos de tu olor.
Tu aliento animal impregna la tierra.
Tendida en tu territorio te siento cerca
Así no te extraño
Así no te lloro.
Atravieso la maleza en pos de mi lobo.
Cúanto añoro sus caricias
Sus garras arañando mi piel
El dulce sabor de sus besos.
Prendida a un peñasco
Desafio la altura y los vientos.
Cúan hermoso es el vértigo
La bella seducción del peligro.
A largos trancos alcanzaré el acantilado
Sobre el peñasco más alto
Las olas rugiendo a mis pies
Gritaré tu nombre.
Hoy tengo ganas de dibujar sobre tu piel.
Cada poro de la dermis, epidermis.
Tu cuerpo entero.
Así cuando lo mires, me recuerdes
A la distancia.
Me gusta tu olor a macho.
Mis manos acariciando tu pecho
Las tuyas, enredando mis bosques
Mi cuerpo húmedo
Desesperando por el tuyo.
Atravieso la ciudad solo para llegar al acantilado.
Trepo el precipio con uñas y dientes.
Desde la altura admiro el abismo
Cúan hermoso se ve .
Cómo me seduce su belleza.