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miércoles, 31 de agosto de 2016

Los asientos de los vagones son de cuero antiguo, azules y desde allí espío el ir y venir de Mirtha.
Su actividad es incesante. Me avergüenza estar aquí replegado, adolorido de un quehacer nuevo para mi. Ella lleva a su hijita en un brazo, el balde con agua en otro y dicta órdenes a sus hermanos . No conoce el descanso. Debe tener unos diecisiete años o menos. Ella tan avispada , tan dueña de si, ¿ quién fue el imbécil que la enamoró y la engañó ? No conozco aún los usos y costumbres de los poblados, pero sí veo que son las mujeres quienes llevan la batuta.
Vuelvo a ocupar los mullidos  asientos de los vagones del tren, que franquea nuestro poblado hasta que termine de techar mi casa. Hermoso e imponente se yergue contra el tiempo y el olvido.
¿ Cuantos lugares recorridos, a qué altura asombrosa? 
Los antiguos ingenieros eran verdaderos titanes así como sus obreros ferroviarios. Nadie los recuerda, nadie los menciona.
Aquí descanso luego de mi dura jornada por los pantanos y desde la ventana diviso a Mirtha ,mi vecina, la hija de doña Carmen. Mirtha es una muchacha que  me gustaría conocer mejor, salir con ella por los alrededores, jugar con su hijita, no sé. Ella me gusta pero creo que me ve como un pituquito inútil, sin ningún interés. 
Vuelvo por mis  lares perdidos a extraviarme de la realidad. 
Ingreso a un túnel de árboles ,que desemboca en otro asentamiento clandestino. Amo descubrir otros seres humanos sonriendo entre el polvo y la carencia.
Gente como la mía, huye del desempleo, de la policía y sobrevive en chacras abandonadas
a las afueras de Lima. Viven  del reciclaje, la venta de la fruta semi malograda de las huertas cercanas y uno que otro hurto menor.
Hace mucho no conozco una chica que no sea una compañera de la universidad. Y como mi asistencia es casi nula, no me relaciono si no con mis vecinas todas madres a muy tierna edad.
Algunas de ellas son muy bonitas y están solas. El marido las dejó,  o ellas los botaron por borrachos.
Confieso que me intimidan. Son tan seguras , trabajan, cuidan a sus chiquillos, cocinan .
Yo apenas he vencido un pantano y me he ido de mi casa , donde las mujeres son muy distintas. Ellas esperan al novio, van a la universidad , la vida es fácil , cómoda y se divierten como prioridad.
El aire rancio de los desperdicios ha cerrado mi garganta. Apenas respiro.
Arrastrando los pies llego al portón de la primera fábrica de materiales.
En los alrededores , sobre el polvo, casi invisibles las planchas que serán mi salvación a partir de hoy.
Mirando a todos lados , como si cometiera un delito tomo las planchas que me quepan en mi morral
y voy directo a mi choza. Debo cruzar el pantano, sórdido lugar que ya vencí una vez y habré vencido. 
Contra todos mis temores, llego por fin a la desembocadura del río en la playa.
Es un vertedero de desperdicios, donde se disputan alimentos descompuestos, todos los desechos de la ciudad , cerdos inmensos, bravos que asustan desde lejos con sus gruñidos.
Enfrentar esa batalla sería un suicidio y no he podido ver cartones ni eternit.
Humillado por mi soberbia, mi falta de experiencia dirijo mis pasos hacia alguna fábrica de materiales de construcción. O preguntaré a algunos de mis vecinos, duchos en estas lides. Ni una noche más a la intemperie.
Temo resbalar en el pantano, que éste adquiera dimensiones de monstruo y trague   mi cuerpo.  En la espesa oscuridad  nadie  me vea ni escuche mis gritos de auxilio. Me horroriza la idea.
A veces recuerdo que no hace mucho ,  yo era un muchacho de un barrio residencial, un chico de ciudad.   
A oscuras atravieso una ciénaga densa rodeada de pantanos. Tengo la esperanza de llegar a la playa.
Allí , el río deposita los desechos de su largo camino. Encontraré cartones, eternit para reconstruir las casas del asentamiento. 

martes, 30 de agosto de 2016

Las horas se abren paso por un pantano denso de soledad. Los días feriados son solitarios , silenciosos , oscuros.
Llueve en los ojos, finas , menudas gotas ácidas penetran mi alma, este día feriado.
Una llovizna fina ha caído sin cesar durante toda la noche. 
Ha humedecido nuestras viviendas hechas de cartones y eternit.
 Hoy tenemos la tarea de reconstruir y en el mejor de los casos, obtener cartones nuevos de cajas desechadas de las fábricas de leche.
Compañeros nuestros experimentados no pierden la calma. Organizan grupos a las fábricas , que no está tan lejos cruzando el río y los humedales y las señoras prepararán una olla común para que nadie se quede con hambre. 
Hoy no es día de cantos ni risa, hoy es silencio y soledad.
Soy la mujer , que no invitaron a la celebración de la vida.
Aquella que contempla  la alegría ajena,
la que apaga la luz  para no sentir la soledad en el alma.

lunes, 29 de agosto de 2016

Siete pasos o siete mil kilómetros no alejan  a dos espíritus unidos por el mismo amor. La veneración a la poesía y a la humanidad.

No es importante saber de tu regreso, de fechas ni horarios.
Tú vives en mi alma, palpitas en mi sangre, 
eres el dueño de mi alegría.

La urna de cristal está bajo mi cama.
Basta asomarme para contemplar mis tesoros.
Tu risa, ya sabes, la guardo en mi alma.
La urna de  cristal contiene  tu rostro , tu  aroma.
Antes de acostarme , me despido.
Por las mañana, tu sonrisa  alegra mi alma.
No es importante   mirarme en tus ojos o sentir tu olor en mi cama,
me valen tus mensajes de amor , tu alegría a la distancia.
En  una urna guardo tu sonrisa y tus ojos,
tu risa la llevo en mi alma, en cada poro de mi piel.
Cuando el miedo corroe mis huesos y me escondo en las esquinas,
viene el doctor.
Cambia los medicamentos.
En tres días, salgo del encierro , corro por el parque y río.
Estos días son de martirio, hoy viene mi médico.
Lo necesito con urgencia. 
Cada amanecer temo. 
El día aparece ante mi, gigantesco, demoledor.
Debo seguir una serie de ritos que me permiten afrontar las horas, 
como una condena.
Algunas épocas son más difíciles de llevar que otras.
Esta, en especial, me aferro al encierro, al mutismo.
La muerte es un sueño reparador, una huída mucha veces.
Lo incierto, aquello desconocido es lo que nos hace temerle.
Los seres no tememos a la muerte pues no la conocemos. 
La incertidumbre de su arribo es lo nos que inquieta los días.

domingo, 28 de agosto de 2016

El jazmín, la buganvilia y el galán de noche son plantas que me remiten al recuerdo de mi madre.
Ella conocía el secreto de la fragancia de cada flor , de cada árbol que despertaban su furia en  estampida de fragancias en verano. 
Mi ventana y la de mi madre  eran acariciadas por esos elixires mágicos cada noche.
Entonces , yo la buscaba  y ella paciente me introducía en el mundo de los perfumes.
Por ello, ahora en mi poblado sin techo, duermo feliz entregado a los olores de las plantas.
Por las noches, me duermo agotado bajo el embrujo de la fragancia del jazmín , que crece muy cerca. Al parecer, este terreno debió ser una chacra , una hacienda próspera que con la llegada de la modernidad, la construcción del aeropuerto se vino a menos. Aún conserva matas de plantas de olores deliciosos y colores que debieron ser adornos de la casa como la buganvilia. 
Los vecinos tienen todos una mata de esta hermosa planta de variados colores y alguno la está haciendo crecer como planta trepadora, que es su verdadera esencia.
Es el camino de barro disimulado por altas yerbas lo que nos mantiene ocultos del mundo.
Vivimos parapetados por los vagones hermosos de un tren fuera de circulación  , al final de un río
que muere a metros del mar. 
Las filtraciones nos regala una charca de agua, que es una fiesta los días de sol.
 Somos pobres entre los pobres. Nos dedicamos a reciclar los desechos de las fábricas y esos mismos desechos comestibles son nuestro alimento. Muchos de nosotros tenemos un  pasado político complicado , por lo que nuestro aislamiento nos aleja de la policía. Al menos, por un tiempo.
Vuelvo con los pies cansados a mi nuevo hogar, entre mi gente desempleada y hambrienta como yo.
Es domingo y visité  a unos amigos de la universidad para animarlos a apoyar un proyecto en reciclaje. No desperté el menor interés. Ellos estaban ocupados en seleccionar camionetas para excursiones a las playas. . Ellos solían ser solidarios y sensibles con cuanta causa social se planteara. En fin, todos tenemos derecho de cambiar.
El sol  estalla en mis ojos, tarde de otoño, extraña , lánguida. 
Solitaria,  como son todas mis tardes pero esta es hermosa , ilumina la calle, irradia ilusión en mi  alma.
Contemplo el devenir del domingo  por la ventana, quiero que la ilusión dure por siempre. Días duros me esperan.
Rodeas mi tobillo,
te aferras a él,
subes suave por las pantorrillas
alcanzas mis muslos,
acaricias , los apartas,
no opongo resistencia.
Tanteas con los dedos,
mis profundidades,
ya húmedas, palpitantes.
Te sujeto firme allí,
donde debes permanecer,
donde eres ansiado,
deseado , 
mío.
Levanta una pierna, luego la otra, . Avanza tres pasos, da un giro en reversa , empina los pies , ballerina, danza , inventa pasos, baila por todo el malecón, Que no importe que la gente mire admirada. Es tu arte , libre.
Recorro mi cuerpo con las dos palmas de las manos.
Los ojos cerrados.
Siento la tibieza de mi piel,
las curvas, cada accidente. 
Los montes erizados al tacto,
me llevan a las zonas húmedas,
cálidas, oscuras,
 donde  permanecería con gusto 
una eternidad.



Toma tus dedos, dibuja una sonrisa en tu rostro.
Sonríe, así tus ojos perderán la luz de tristeza,
 Camina, corre, ama al bosque.
Las carcajadas brotarán en cascadas. 
Serás la misma, luego.

sábado, 27 de agosto de 2016

Repasa tu cuerpo con una mano , primero, luego con la otra.
Siente su tibieza, el calor de mujer.
Las heridas de amor.
Enumera sus cicatrices.
Tu piel cuenta la historia de amores intensos,
crueles y dulces.
Entra de costado, que nadie te vea, sigue así , camuflada entre las plantas, observa la escena de los novios, contempla el beso, arroja el arroz, cuida las plantas que te cubren, camina recta hacia la puerta, luego voltea y vuelve a caminar ladeada, traspasa la puerta de salida. Ya puedes huir. Corre,   muy rápido que nadie vea las lágrimas empañando tus ojos.
Desnudé mi cuerpo y lo enfrenté a la furia marina de la realidad.
 Una ola gigantesca me tragó , me empujó contra los peñascos ,
arañada , botando agua como un náufrago alcancé la orilla.
Cruda, salvaje realidad pero se sobrevive.
Tomé la venda que cubría mis ojos y la arrojé al mar.
Los  clavos  de la realidad hirieron mi piel.
Curo mis heridas, profundas, sangrantes.
Estoy  sola.
Las amistades fueron vanos espejismos.
Toma una tiza, traza una línea en el suelo. Baila sobre ella, revolotea la falda, dibuja un beso, lánzalo  hacia el cielo . Tus ojos , tus pasos siempre fijos en la meta. No lo olvides.
Despierta, ponte en pie, la lucha recién se inicia en tu alma.
Avanza hasta el barranco, empina tu cuerpo, trepa con tus manos,
arañadas, heridas prosigue la escalada. Pasa de una roca hacia otra más alta.
Así alcanzarás el pico. Desde las alturas fenomenales,  contemplarás la belleza del océano.
Aquél que tú puedes conquistar, solo con tu esfuerzo.
Repta, encarámate , eres un ser ,  una mujer valiosa. 
Camina hacia tu norte,  no ceses en la ruta . Bebe gotas de lluvia,
aliméntate de los peces pero no abandones tu destino. Nunca. 
Dos pasos rectos, dos de revés, una vuelta , gira sobre ti misma, despeina tus cabellos al viento, baila libre, feliz.
Desconfía del ser encantador, de aquél que divierte con risas y bromas a los demás. Su vida es una fiesta.
Llegará el día aciago que necesites su ayuda.
El habrá huído de tu lado ocupado en entretener a  otro público.
 Vivir , morir entre la arena ardiente del desierto  es mejor a   buscar denodada  un oasis , que no he de hallar.
Promesas,   que no son sino granos de arena , que el viento lleva a su antojo.
Tú eres como todos los demás.
Ni amigo, ni santo, tan solo uno de tantos.
Pobre de mi ,que creí ciegamente en tu valor.

viernes, 26 de agosto de 2016

Somos gente que vive de recoger desechos. Somos nosotros mismos,  aquellos que no se adaptan  a la sociedad y se apartan. Algunos fuimos obreros con vasta formación política y sindical. Ese fue el motivo de  despido. En los 90 no encontramos puesto y no nos quedó otra salida que buscar en las salidas de las fábricas los materiales para revender  y la comida para llevar a casa. 
Ese es un caso. Yo trabajo con uno de ellos. Existen compañeros que dejaron la universidad por persecución política o por falta de medios. Los noventa fueron años cruentos para los más pobres . Los estudiantes que llegaban de la sierra era siempre sujeto de sospecha y seguimiento de la policía y debían cambiar de vivienda. Los padres campesinos eran acribillados bien por sendero bien por los militares y llegaban hordas de viudas y niños con los ojos gastados de llorar a buscar al hijo o a la hija, quien se convertía en 
el proveedor de un día para otro. De niño a hombre, cabeza de un hogar dinamitado, de niños mudos por el horror  y las pesadillas. 
Añoro la fragancia de la leña húmeda, el cielo oscuro de techo en las noches, los maizales que nos hacían invisibles,
marginales para la sociedad. Cargar las piedras, halar la carreta y recoger los desechos. Deserté unos días para ir en pos de descubrimientos solitarios pero vuelvo al hogar de casas de cartón y calamina. Vuelvo con mi gente, que ya me abraza.
Mis piernas son jóvenes, 
ágiles extremidades capaces aún de mil hazañas.
Mis ojos, leen y escriben con facilidad, 
mi corazón ,  guarda un alma delicada.
Un espíritu que no calza con su tiempo, 
un afán de libertad que me enfrenta a los demás.
El  amor secreto , por  quien vivo y desespero-
Situaciones prohibidas por este medio absurdo.
Camino , espero la corriente de aire, me envuelvo en el espiral de viento sobre el mar.
Soy brisa, fragancia marina, soy libre.
Arranco la carrera, paso las barreras del malecón, estoy suspendida en el aire, sobre el mar,  vuelo con las alas de mi imaginación. 
Surco el cielo azul, soy libre, etérea, dichosa.
Camino, trepo dos escalones, subo a una peña, alcanzo la meseta del barranco, continúo  la escalada hasta el pico más alto . Despliego las alas, vuelo. 
Avanzo,  , me envuelvo en una corriente de aire, me anudo a ella, me eleva, vuelo.
Camino y caigo, me levanto,  continúo el trecho sin mirar a los lados. Mi destino es incierto, pero estática no moriré.
Hacia adelante, sola , sin dinero ,  libre. Siempre dueña de mis días. 
Ave desconocida  del desierto,  ave poderosa,  llévame en tus alas, sálvame de mi   destino
Envuelta entre tu plumaje surcaremos el cielo y conoceré la libertad del infinito
que volar juntos,
En  las alturas no existen los dolores
Despliega tus alas gigantescas
libérame de un destino que yo no elegí.
Dos pasos rectos, caigo a la arena, me encaramo, sigo a la izquierda, aleteo, empiezo a ganar velocidad, me elevo, las alas crecen  con el viento, surcan el cielo. Soy un ave , lejos de la tierra y sus asuntos sórdidos.

jueves, 25 de agosto de 2016

Alas, amplias alas de águila, de ángel, de arcángel, que me lleven a surcar el infinito.
Alas de mujer enemorada,  que rodeen la tierra, visiten la oficina donde trabajas, te robe un besito, y volando siga jugando con las nubes, despertando a las estrellas, libre.
Abre el párpado, ordena a tu ojo aguzar la mirada,
A tus manos , escribir aquello que tus ojos registran.
Cuenta la historia de un barrio.  Sus olores, la gente brava.
No del lugar,  donde tú naciste, distrito elegante sin héroes ni villanos.
Digo barrio, billar, cerveza, muchachos en moto, tonos.
Cómo amé el barrio aún sin conocerlo, sin siquiera pasar por allí.
Apenas tuve una bicicleta crucé la barrera, me interné en el paraíso de las historias.
Quiero sentirme ave, poderosa leona, astuta zorra.
El mundo corre y nos devora.
Volvamos a la sabiduría de los animales.
Levanta el cuello, yergue hermosa  la cabeza, mira tu rostro en el espejo otra vez.
Sin vergüenza, sal de ese encierro orgullosa enfrenta a tus agresores con la mirada.
Escribe, ama, vive, como si nunca nadie haya manchado tus sueños.
Despierta, respira profundo, da un paso, sigue la marcha, avanza más rápido, ágil, sacude tus alas,
despliega hermosas, remonta el vuelo.
Ven, necesito tus manos para desatar mi alegría,
encender la luz en mis ojos.
Te extraño con mis huesos,
con mi carne, 
con el alma.
Clamando al cielo
con fé,
sin esperanzas,
con una vana ilusión.
Te extraño.


Camino, avanzo, descanso, cae la llovizna,  humedecida, continúo.
El trecho es largo, el destino ansiado .
Camino, avanzo, descanso. 

miércoles, 24 de agosto de 2016

Llegaste a encender mis días
a desatar mi risa,
a mostrarme  el lado hermoso de la vida 
en tan pocos días,
que aún te busco. 
Nunca te fuiste de mi lado,
vivo del recuerdo de tu alegría.
Me sumerjo en los humedales del río, en los olores a pañales de niños, fragancias del barrio que hoy es mío y sonrío al experimentar  la acritud en mi nariz, los llantos de los niños, los gritos de las señoras,  la vida auténtica,  que siempre perseguí.
Ahora soy recolector de vidrios en las afueras de las fábricas, halo una carreta pesada y como apenas. A mucha honra.
Aún no termino mi barraca, duermo casi a la intemperie protegido por cartones.
En días libres descubro rutas secretas, maravillas, que bien  vale haber dejado una casa  cómoda en un barrio elegante, donde nunca me sentí parte. Su gente fría y frívola nunca fue mi gente. Este grupo de mi barrio  es como yo, simple y sincero. Como debe ser  la gente, sin frivolidades ni estúpidos materialismos.

De rodillas
clamo a un cielo mudo.
Unas palabras tuyas,
tan solo unas pocas sílabas .
Yo sería feliz como aquellos días,
cuando fuimos libres y ligeros,
vibrando rociada de tu purpurina dorada.
Hoy no es mañana de cantos ni de cuentos.
Te extraño con el alma.
Mi risa se apagó el día que partiste.
Y no sé nada de ti.
Clamo al cielo por tu regreso .
Ya nada será igual. 

martes, 23 de agosto de 2016

Me interno en los olores, en el frío húmedo de mi nuevo barrio, fragancias de hogar ya,  luego de casi un día desaparecido.
Las vecinas me reciben preocupadas, como madres me inventan caldos calientes al ver mi espalda despellejada. Ellas no saben que descubrí una maravilla natural. Una laguna de aguas límpidas , visitadas por patos y peces. Cuando les cuente, saltarán de alegría. No podemos continuar comiendo residuos arrojados de las casas aledañas . He pensado ya en un sistema de reproducción de los patos para cazarlos pero no depredarlos   y tener siempre aves para nuestros consumo.
Amanecí cubierta por   la escarcha dorada de la nostalgia
mis pasos ,  mis manos aligeraron su marcha
no  pensar, no desear,
pero acechas y entristezco.
¿ Volverás algún día a vestir de soles
y cielos esta casa, 
a pintar una sonrisa en mis labios sellados
desde tu partida ?

Nadie lo sabe.

Hace días extraño mis deambular por los lugares misteriosos que esconden tesoros mágicos.
Hoy dejé la carreta y me interné en una especie de selva , de floresta, un humedal, que a medida avanzaban mis pasos crecía el nivel del agua. Se abrió ante mis ojos sorprendidos una laguna formada por  el río , colmada por  patos salvajes y peces .
El agua era cristalina, casi transparente.  Parecía un sueño. Pude cazar un pato con mucho esfuerzo y almorzar decentemente, luego de muchas lunas. Me pregunto si es alguna reserva natural solo para privilegiados , pues los habitantes de la villa recogemos el residuo de un río semi seco y contaminado.
Las llagas  se curan, y  enseñan a los seres a ser más fuertes ,
los ventarrones, que golpean el rostro por las noches te hacen crecer.
¿ Cuantos millones de peruanos viven, comen apenas, duermen en peores condiciones ?
Así con su pobreza a cuestas, ríen, trabajan, no saben de quejas.
Cuándo seremos más valientes , solidarios y dejemos de mirarnos el ombligo para admirar el valor
de la gente del pueblo. 
Yo soy uno de ellos ahora, a  mucha honra.
Los pies llagados, la camisa con huecos pero yo soy el dueño de mis caminos.  
Nadie impone  obligación social,  yo elijo la ruta de mis pasos, las sonrisas que brindo, el cielo,  que me guarda cada noche.
Paso las noches sin paredes que me cobijen y con el cielo como techo.
Despierto a medianoche con el rugir de las olas, tronando en mis oídos.
Sonrío , siempre quise vivir con lo indispensable.
Ahora tengo además la cercanía del mar , el río y una charca para refrescarme
cuando vuelvo de halar mi carreta por las fábricas.

lunes, 22 de agosto de 2016

Son dos pedazos secos de pan los que astillan mis encías, 
camino la mañana y la tarde entera , la sed me abrasa,
bebo de las acequias que riegan los sembríos,
No importa nada, yo escogí mi destino.
Pocos son dueños de sus horas, de los pasos
que llevan a cumplir sus sueños. 
Soy libre como el perro de la calle.
Dirijo mi vida bajo mis códigos. 
Aún al principio  el sacrificio es duro,
la  fe en lograr mi arte me sostiene.
Con el pasar de los días, el sol ha hecho escarnio en mi piel y debo andar descamisado pues el solo roce de la tela de la camisa me hace saltar de dolor. Mi compañero ha contraído una fuerte bronquitis debido a la emanación de gases de las fábricas,  donde recolectamos desechos. 
Un día de suerte significan unos 5 soles y con ellos podemos comprar pan y algo de manteca.
Los días normales llegamos a 3 soles y con ellos compartimos con  mi compañero los panes del día anterior,  que el panadero usurero  nos suele vender a su antojo.  
Transcurren los días  halando una carreta por las afueras de las fábricas  con un vecino como compañero y  un perro. flaco. La boca seca, el estómago vacío pero felices de ser dueños de nuestro destino. Pronto terminaremos la barraca, mi compañero dejará de reciclar y juntos iniciaremos un negocio aún secreto para todos.
El barro recién apisonado , despide un olor delicioso . Las olas del mar estallan y me arrullan.
Allí dormí sin cama ni almohada y soñé con la playa, con mis recuerdos infantiles más hermosos.
Desperté ofuscado  pues las gallinas entraron y se divertían  picando   mi rostro sin cesar. 
 Sali a buscar cartones , eternit , cualquier material que hiciera de puertas y ventanas.
Me fui triste,  rechazando un tazón humeante de quacker, invitado por mi vecina.
Qué bien me hubiera sentado para este señorito ,que se inaugura de proletario, a mucha honra y por siempre.

Un piso de barro es mi cama  y cuatro paneles de publicidad , mis paredes.
Por ahora, me  conformo con aquellos materiales arrastrados por el río.
Mi barraca se irá completando con paneles de zinc cuando cuando rebusque entre los desechos de las fábricas 
Juntando entre éstos, trayendo otros, el ingenio viviré como siempre quise, libre y entre gente como yo.  Muy cerca del desove del río  y la fragancia del mar.
El sol estalla inclemente sobre mi espalda desnuda. Espalda de estudiante, de quien no trabajó nunca al aire libre, menos cargando picos y palas. No me importa. Prosigo la labor de cavar los cimientos de mi futuro hogar, una barraca muy cerca del río  y el tren , entre la maleza y los maizales. Ya escucho el canto de los patos en la laguna.
Recorro mi camino secreto entre maizales  y polvo , ilusionada de encontrarme con mi gente en mi nuevo barrio.
Amigos, que me reciben con cariño y sin preguntas, a diferencia de la gente de los barrios elegantes.
Hoy levantaremos una barraca nueva. Muchos pobladores son desempleados y me ayudaran a tener mi propia casa entre ellos. Uno encuentra su hogar donde puede mirar a los ojos a sus vecinos.  Seré uno más entre ellos, un marginal, a mucha honra.

domingo, 21 de agosto de 2016

Juntos chapaleamos en el charco como cerditos despreocupados . La vecina en bata floreada. 
La señora en una truza inmensa , el esposo con su short de fútbol, los niños en calzoncillos,
nos arrojamos el agua al rostro , buceamos entre las piernas del otro hasta que el frío nos obliga
a dar por finalizado un domingo inolvidable. Hacemos una colecta entre todos y compramos pan
con mantequilla ,alguien se  esmera y entrega un dinero adicional para el embutido.
Los niños, las señoras y hasta algunos hombres nos atrevimos a refrescarnos en la charca.
Fue tal el alboroto que hasta el sol brilló feliz de ver nuestros rostros alegres.
Las caras,  por lo general tristes y sin vida, reían y brotaban  sonrisas como flores .
  Aparentaban diez años menos. 
El agua , no muy limpia, a nadie le importó, pues fue un día inolvidable.
Recobramos la alegría  , al menos por un día.
El cielo, las nubes escucharon nuestro canto de la felicidad.
Sonrientes salieron del cielo a cantar y danzar con nosotros.
El sol brilló como nunca , el cielo vistió su color celeste añil.
Todos  celebrámos la fiesta de la alegría, de la esperanza.
Vamos a inventar la danza de la felicidad.
Tú y yo nos contoneamos al ritmo de una música secreta y alegre.
Damos vueltas sin pensar en el mañana .
Es la música, el baile de la esperanza de los que esperamos 
Si crees , si tienes fé, ven con nosotros a danzar.
Si no crees, también súmate a la danza de la felicidad.
De tanto bailar, feliz y agotada terminamos.
Por la tarde, treparemos a los árboles y los pintaremos de rojo, azul, verde.
Los matorrales que circundan la villa serán color amarillo ,como el sol ardiente,
Así las aves los  arrullarán con su canto, otra vez y volverán los peces al río.
Vamos a construir barracas de felicidad en esta villa, que  ya es mía , pues vive en mi alma.
Y cuando llegue, empolvada la ropa, echaré fuera el pudor, me lanzaré a la charca junto a los niños.
Jugaremos a perserguirnos entre las aguas residuales, reíremos mucho, y cuando el frío obligue,
aceptaré una sopa de las humildes manos de alguna señora de la villa. Será un día inolvidable.

Hoy me reencuentro con mis caminos secretos, aquellas polvorientas rutas que conducen a lugares mágicos con lagunas y niños, con gente con alma . Hoy vuelvo a sentarme en mis vagones del tren abandonado. En el aquél lugar, donde todo tiene un secreto.

sábado, 20 de agosto de 2016

Vamos a inventar la danza del sol.
Bailando , llegamos al parque 
y cada uno pinta de un color alegre
los troncos de los árboles.
No habrá más llovizna que entristezca el parque
ni nubes que escondan al sol.

Vamos a inventar la danza del sol.
Hoy no quiero escribir tristezas ni decir el cielo es pardo,
la llovizna humedece mis huesos y contra ella 
nada puedo.
Hoy quiero olvidar la angustia que carcome mis entrañas,
sacudir de mi ropa las mariposas negras que  rondan y rondan.

Hoy no quiero escribir tristezas ni decir el cielo es pardo 
la llovizna humedece el alma y contra ella,  nada puedo .

Hoy disfrutaré el día, 
A  desempolvar mi  risa y la sonrisa  guardadas en el cajón. 
Un toque de rouge en las mejillas,
A echarme a  recorrer feliz mis calles de siempre .
Vamos a ser niños chicos por hoy día.
Jugaremos en el parque, correremos uno tras el otro,
luego tomaremos el té en mis tazas de plástico.
Festejaremos el sábado aún el cielo llore,
con torta y dulces.
Volveremos a la inocencia de la infancia.

Vamos a ser niños chicos por hoy día.
Vamos a despertar a las aves con nuestros pasos de niños.
Hoy el día es nuestro, aún la llovizna humedezca la calles. 
Nada nos importa, celebramos el sábado, el parque verde,
la fragancia de la  libertad.
Vamos que nos ganan y no prenderemos las luces de los árboles.
El día es nuestro, recuérdalo.

viernes, 19 de agosto de 2016

Limo mis uñas, unas contra otras,
unas contra otras.
Así se afilan como cuchillas.finas.
Se clavan en el tronco más alto,
- ágil lo trepo -
 admirados los ojos del girasol,
ruborizado el pudoroso clavel.
 Gata  traviesa soy ,  alcanzo en un tris
el tejadode la casa del costado.
Entro  por la ventana,
a olisquear, husmear, espiar a mi nuevo vecino.
Encuentro sus medias y es un deleite jugar ,
desordenar, hincar, destejer cada pieza a mi antojo 
En eso, llega el vecino y caigo arrobada de amor.
De un periodicazo me saca fuera de su habitación .

Escalo con mis uñas de gato por árbol vecino a la ventana de mi vecino.
Prendida con esas garras afiladas,  puedo casi tocar su habitación , sentir su fragancia.
Contemplo su desorden de muchacho, la ropa enrollada, la toalla mojada.
El sale de la ducha, yo me deslizo a toda velocidad hasta el suelo y huyo a casa.
¿ Me habra visto espiandolo ? Se atreverá a hablarme alguna vez o soy aún muy  joven para él ?
El tiempo, los días lo dirán. 
Amo extraviarme por caminos polvorientos, perderme en las oscuridades misteriosas de la noche,
empeñar mi nombre, reír, reír a carcajadas, libre, no,  como me enseñaron en casa ni en los lugares mal llamados decentes.
Sentarme en  las fondas arrabaleras , abrazar a mis morenas ,cantar boleros con los parroquianos , romper mi traje bailando salsa
cerca al Cementerio. Antes esa era mi vida diaria. 
Ahora, la  añoro alguna que otra noche.

jueves, 18 de agosto de 2016

Con  uñas de gato me encaramo , 
araño el árbol y trepo veloz.
Mi cuerpo es ágil y alcanzo las ramas más altas ,
paso luego al alfeízar de la ventana.
Allí, de un salto felino entro a la habitación . 
Por supuesto que no me pertenece, es del vecino guapo.
Me apasiona espiar sus movimientos, 
y cuando él no está   entro a la habitación a jugar con su ropa .
A sentir su olor.
Apenas siento pasos, vuelo con agilidad de gata al árbol
a seguir contemplando su quehacer. Enamorada estoy.
He aprendido a escalar como un gato. A moverme con la agilidad de un felino, a caer de pie.
Salgo por las noches a buscar a otros gatos y descubrir techos y aventuras. 
A veces , nos trenzamos en verdaderas luchas campales.
Vuelvo a casa , magullada, con el ojo rojo, el corazón henchido de libertad.
 Trepar por la enredadera del vecino, alcanzar su ventana. Mirar hacia dentro, buscarlo entre sus paredes.
Espiar sus cosas, imaginar su olor. De pronto, él aparece y me descubre en el afeízar , del susto caigo
al susto. Escucho su risa. Por lo pronto , no está molesto con mi incursión.

miércoles, 17 de agosto de 2016

Avanza tres pasos a la derecha, dobla sobre la izquierda, camina en reversa y con los ojos cerrados , salta. Ensayar el salto largo , el brinco, así alcanzo el tejado de la casa vecina.
Desde allí, contemplar las luces de la ventana del vecino, aquél tan buenmozo.
Sonreírle sin pronunciar palabra, salir huyendo.
Caigo en hinojos a la tierra, río con la ropa empolvada, camino  uno, dos tres pasos, doy un respingo 
y alcanzo una nube gorda que pasa. Tomada de una esquina de ella,  contemplo los sembríos, el mar infinito, la cordillera lejana. Salto de las alturas y caigo en un frondoso árbol. Las manzanas caen al suelo y corro a recoger una por una. Aviso a mis compañeros, llegan en tropel y nos atracamos de fruta ese día. Hermoso día de aventura.
Camino como los cerdos por los pastizales, ladro como perro, salto alto, respingo hasta alcanzar una manzana. Brinco con las cabras , soy un gusano feliz arrastrandose por la tierra.
Abandono por fin mis ropas, soy animal.
Subimos a los vagones abandonados de un tren, que fue majestuoso.
Lo lavamos, limpiamos sus sillones , los vidrios y nos apeamos.
Los niños ha aprendido a  imaginar , esta vez, un paseo por las serranías.
Cúan hermoso es pasar por los sembríos dorados, sentir la altura imposible
de Ticlio en nuestro pecho, tocar la nieve tan blanca y helada que quema las manos.
Nosotros los pobres inventamos nuestros juegos con la imaginación.
Cuando los niños crezcan , seguro alguno llegará a conocer la sierra y mucho más.
La semilla está sembrada.
Entre mis nuevos compañeros me refugio. Ellos sonríen aún el dolor y la carencia.
Yo gateo por el piso, me empolvo todo, los niños ríen, los ancianos se matan de risa.
Hoy soy el payaso de este circo de corazones grandes y estómagos vacíos.
A rogar por la esperanza, saltar, brincar, hacer monerías, reír. A carcajadas, 
Saltar, correr, levantarme de esta tristeza crónica, saltar, correr, reír, a carcajadas reír. Como una loca celebrar cada día, matar el recuerdo.

martes, 16 de agosto de 2016

Calentar las piernas, los brazos, saltar , alzarme  en respingos cada vez más altos. 
 Alcanzar las ramas del árbol manzano, echar las manzanas abajo y correr tras ellas. Reír divertida .Juntar un saco de fruta, llevar de regalo a los pobladores, comer hasta hartarnos, ser felices una tarde , al menos unas horas , reir mucho. 
Un paso recto, dos de reversa, un salto y caigo en posición de ángel. En posición de firmes, estiro los brazos, largos tan estilizados como una verdadera bailarina. Salto , Brinco más alto , y con los brazos suspendida en el aire peñisco una ñizca del cielo azul. 
Regreso a mi nuevo hogar feliz. Pronto seré la dueña de las nubes y el sol no faltará más en el asentamiento.
En aquél lugar apartado de la ciudad , del mundo real, danzo.
Me despojo del   pudor ,  trabajo mi cuerpo, como siempre soñé. 
Bailo para los pobladores en el terraplén.  Los niños son los más entusiastas 
Todos aplauden pero no escucho.
Estoy concentrada en mis saltos y brincos.
Quisiera alcanzar las nubes y con los brazos abrir el encapotado cielo.
Detener la llovizna, cuando llega , así no deteriora hasta la podredumbre las casuchas de mis compañeros.
Danzar, bailar, saltar, dar brincos es ser libre y ser intensamente feliz.
Me escondo tras el follaje de los caminos polvorosos, 
en lugares, donde la ciudad muere y con ella, lentamente sus habitantes.
Ellos son  compañeros de infortunio, marginales de corazón.
Sobrevivimos, ellos a una extrema pobreza material, 
yo, a mi pavorosa soledad y compartimos la seducción por aquella vida
apartada de la ciudad y sus costumbres.
Pobres entre los pobres somos. 
Ordeno moverse  a los dedos de mis pies. Avanzan lento. Prosigo por una senda sin rumbo en esta tierra. Aquí no aspiro a llegar a ningún sitio.
 Poco a poco, mis músculos calientan y soy una gata, una leona. Doy brincos, salto largo como una tigresa.  Yo aspiro a dar un respingo que me lleve fuera de este lugar,  de estas vulgares situaciones cotidianas. De un salto fantástico quiero rozar el cielo, las estrellas.
No anhelo más. 

lunes, 15 de agosto de 2016

Camino a ciegas por un camino desconocido.
Choco la cabeza contra un objeto duro. Es un árbol. 
Sigo adelante con la venda sobre los ojos.
 Avanzo invicta cinco pasos,
huelo a yerba y flores, estoy en un jardín .
Me atrevo a caminar en reversa, y siento el vértigo de una caída.
Estoy mojada, He caído a una laguna.
Salgo valiente y prosigo mi propio reto de vencer mis temores.
Con la venda chorreando gotas de agua por mi rostro, y con cuidado de no resbalar
sigo adelante 10 pasos rectos y uno de revés. 
Han transcurrido más de 30 minutos.
El miedo no me ha paralizado ni he temido a lo desconocido.
Mañana prosigo mi propio reto.

Los días nublados los ocupo en rescatar muebles , menaje del tren varado como un cetáceo.  La cercanía de la  villa al río y al mar,  la convierte en un humedal  , donde nadie sale fuera de sus casas por el frío.  La  humedad es una maldición,  que todo lo corroe, todo lo daña , desde objetos  hasta los pulmones de los más débiles e inocentes coomo son los viejos y los niños.
Avanzo tres pasos rectos, doy la vuelta y camino de reversa , choco contra un árbol, vuelvo al camino recto, salto tres pasos, camino, salto tres pasos más, a la reversa , juego a ser un insecto, sueño a ser un gato. Entretanto , avanzo tres pasos rectos, camino de reversa , salto tres pasos más.
Me refugio entre los pobladores desempleados de un asentamiento olvidado hasta por ellos mismos.
Conversamos de justicia social, de sindicalismo , de aquellos anarquistas peruanos, que hicieron historia. Podríamos pasar días charlando con un té frío en la mano y unas galletas que yo aporto al grupo. Entonces los políticos eran puros y se luchaba con fervor . No existían las componendas ni la corrupción de estos días . Los trabajasdores se agrupaban en sindicatos,  que a su vez se reunían con sindicatos más fuertes a recibir conferencias de los propios ideólogos. Yo no había nacido en esas épocas pero siento una nostalgia lánguida de no haber presenciado esos coloquios magistrales.
Subir al pico más alto del barranco,
esperar el viento propicio,
lanzarme a surcar el cielo ,
tan etérea como las aves,
con las alas poderosas de las águilas .
Volar, recorrer el infinito, libérrima
dueña absoluta del celeste, las nubes.
Rozar con los dedos la panza del cielo,
 así se vuelve  cada vez más azul,
y rotundo como el mar y el amor.

Subiré al pico más alto del barranco,
lo prometo.
Abrir las nubes con ambas  manos, saltar tan alto que levite en el espacio y roce el cielo azul.
 Agil , libre, elástica. Con las yemas de mis dedos acariciaré los bordes del firmamento,  atraeré al sol. Su brillo incandescente envolverá mis días de calidez y alegría.
Son dos pasos a la derecha, tres a la izquierda, calienta el cuerpo,  toma la desición, corre.
Vuela , que tus pies sean alados y alcancen a tocar el cielo, las ramas más altas de este nuevo hogar.

domingo, 14 de agosto de 2016

Camino por  caminos secretos, y  siento la libertad de una expedicionaria. El  privilegio de aventurera que halla lugares que nadie busca, que nadie valora.
Voy sin rumbo por sendas polvorosas bordadas de árboles famélicos, entre charcas de agua , sin pobladores a la vista. Luego , ya con  la experiencia entiendo que ellos trabajan reciclando, arreando bultos, en labores que nadie quiere ocupar . Son pobres entre los pobres , viven en asentamientos humanos, cercanos a los botadores de los carros de basura donde pelean sus bocados diarios con los chanchos. En pleno corazón de una ciudad pudiente,  donde circulan 
Mis pasos me conducen por  arboledas que se adelgazan,  empolvan sus hojas y abren hermoso  a mi vista  aquél mundo de gente sencilla ,  que amo. Hoy el mar truena furioso y si bien , su fragancia es intensa y embriagadora, los pobladores parecen hormigas enloquecidas en su incesante ir y venir por el asentamiento. Ellos saben que el peligro es inminente. El mar puede invadirlos en cualquier momento. Y si es de noche, deben tomar los cerros , poner a sus hijos a buen recaudo, sus pobres pertenencias, estar dispuestos a correr , subir a los cerros con sus casas, sus hijos en la más absoluta oscuridad- 

sábado, 13 de agosto de 2016

¿ Dónde quedaron aquellas noches  de pasión 
cuando el deseo nos   consumía 
y era el  placer supremo  a la distancia  ?
Tu recuerdo palideció , 
Hoy mi amor cabalga lejos,
él es hoy mi felicidad.
La humedad del clima o las filtraciones del río enferman a los pobladores de mi amado lugar.
Los niños tosen, se resfrían, no suben de peso, y sus mayores contraen fácimente la tuberculosis y otras enfermedades infecciosas. Cómo quisiera gestionar una posta o llevarlos a todos, no son muchos , a pasar una revisión médica. Es urgente. En este país, en este lugar , que vive de los deshechos ajenos , ellos se acostumbran a considerarse   casi un deshecho mismo.
Es entre esta gente , desempleada , habitantes de casuchas de zinc, donde me siento más a gusto.
Desempolvo mi sillón azul, que fuera parte del mobiliario de la primera clase del vagón del tren, y me tumbo a contemplar el devenir de unas vidas tan ajenas y admirables. Luego, recogo ramas secas de unos árboles famélicos que circundan , solo para sentirme útil y poder mirar a cada uno a la cara y saludarlo por su nombre. 

viernes, 12 de agosto de 2016

Una pasión desvastadora no deviene en una simple amistad de poetas.
Si ésta  es capaz de traspasar el tiempo y la distancia, sin habernos visto siquiera, sin habernos tocado , al menos, me guardaré lejos, pues temo el fuego, que juntos convocamos.

jueves, 11 de agosto de 2016

Soy amiga de los habitantes de este mundo subterráneo que me seduce y que  amo.
Al principio , nadie osaba salir, llegué a pensar que era un lugar abandonado igual que los objetos 
Con mis incursiones diarias,  un saludo tímido, una pregunta y poco a poco a fuerza de vernos y estudiarnos puedo considerarme parte de la tribu. Porque ellos son una verdadera tribu errante, recolectores de plásticos y material reciclable que obtienen en las afueras de las casas , fábricas, y algunos conventos. Salen en mitad de la madrugada a su labor y regresan casi a medianoche.
Yo suelo incursionar por sus lares cuando ellos están laborando y nos vemos los fines de semana.
Sin embargo, he podido conversar sobre un tema que me apasiona que es el anarquismo con los pobladores mayores.  Ellos fueron obreros despedidos precisamente por sus ideas. 
Mis fines de semana son tan ricos ahora, no solo descubro rutas inhóspitas en mi ciudad, encuentro un asentamiento donde tengo casi un hogar y unos amigos que profesan mis ideas políticas.
Más no puedo pedirle a la vida. Casi he olvidado a aquél poeta lejano.
Los niños chapotean desnudos o en taparrabos en la charca. Es el primer día de sol,  luego de unos días fríos y húmedos  encerrados sus viviendas de zinc, o en las más pobres, con tabiques de cartón. Celebran el día de sol, los chiquillos con sus perros de raza indefinida, festejo yo  el descubrimiento de mi  lugar, con estanque y vagones propios ,  la brisa acariciando mi rostro y el alma plena de ilusiones.
Cortar un mechón de tu cabello.
Atarlo con una cinta.
Guardarlo  en la urna enterrada en mi jardín.
 No pensaré más en ti. 
Cada día descubro nuevas rutas sobre el mismo camino.
Una de ellas me conduce a un riachuelo, que es el último tramo del río Rímac.
La floresta cubre casi todo el panorama pero si me acerco veo patos salvajes, y deshechos,
troncos que el caudal del río ha arrastrado desde la sierra.
¡ Cuán hermoso debe ser el río cuando es un puquial de aguas límpidas en las alturas de los montes !
Dicen que su  frior congela las manos y a las crías  que caen por descuido.
Al menos, yo puedo acercarme a contemplar el momento cumbre cuando el río se une al mar.
Una corriente débil y sucia de tanto viajar y otra tempestuosa , la mar.
La brisa marina envuelve de perfume de esperanza mi alma.
El sol de domingo enciende el pasto seco a orilla de la laguna, donde aterrizan los patos salvajes .
Hoy la charca está clara, el agua le hace guiños al cielo y yo me siento feliz bajo la sombra de un guarango. 
Sentada en mi sillón  de cuero azul, aristocrático, rescate  de los deshechos , disfruto del placer de soñar con los ojos abiertos. Imaginar el eco de tu risa entrando en la charca y luego en el mar tan frío,
me ilusiona mucho. Nadie sabe cúando volveremos a vernos. Eso no es importante. Tu recuerdo  me acompaña cada día . Imagino pues he recobrado la capacidad de  soñar.
Un árbol añoso me protege del inclemente sol de domingo.
Contemplo  a los niños nadar en taparrabos en el estanque polvoriento.
La brisa anuncia el verano y mi alma se alborota con el olor a mar .
Cúantos descubrimientos esperan por mi.
La vida cobra un ritmo nuevo, crecen las ilusiones ,
como brota la higuerilla a la orilla de mis objetos amados.
Aquella prenda  perdida pertenece ya a éste,  mi verdadero hogar de calaminas y objetos mágicos , rodeada de lagunas casi extintas , con patos silvestres sobrevolando sus aguas.
Entonces veo el mar tan cerca , su seducción me conduce a la orilla del mar y juego con los yuyos y la espuma. Vuelvo a ser una niña.

miércoles, 10 de agosto de 2016

En cada incursión por los caminos perdidos , pierdo una prenda . 
Unos cabellos  apresados entre las ramas de un árbol famélico,
una sandalia echada a perder en la orilla antigua de esa laguna que es una charca,
algunos días. Creo que terminaré por afincarme yo en alguna de las casas vetustas de mi nuevo 
barrio, tan cerca a un río, y vecino al mar.
La sed por tu boca es interminable, compulsiva.
Nuestro único beso es el primer  beso de amor que jamás tuve.
Me queda guardar en la urna tus labios, 
arrancar los míos y echarlos al fuego.
Añoro a mi extraño amante. Sus garras prendidas en mi carne, el placer de acariciar su pecho anchuroso. Pronto volveré. Por ahora , vagabundeo a mis anchas por los extramuros de mi ciudad, tan rica en aventuras e historias . Amo lo marginal, y descubro y habito cada día una parte de sus zonas perdidas. 
Contemplo disimulada tu cuello, lo mido con los ojos, lo rodeo sin tocarlo y sueño con esa piel de terciopelo. ¿ Podré engatuzarte, hacer ingresar tu cabeza y tu cuello a mi urna?
La guardaría , como siempre, bajo mi cama.
Sueño caminar contigo por las sendas polvorosas que conducen a las acequias, barriadas perdidas, objetos en desuso.  Descubriríamos la ruta conductora de  la acequia al río y luego llegaríamos a una  orilla extraviada de un recodo desconocido del mar. Felices conquistadores.

martes, 9 de agosto de 2016

Amo estos caminos perdidos que me conducen a rutas intrincadas y luego al mar.
Muchos vagones de trenes en desuso, cubierta de floresta pero con los asientos de cuero noble intactos . Una mano de Angel ha pasado por aquél paraje alejado de la ciudad y ha conservado la maquinaria, las obras de arte, que algún día adornaron las casas elegantes. Se podría contar muebles, maquinaria, juguetes, 
Me admira el contraste entre el olvido  y una tenaz lucha por no rendirse entre la soledad y el abandono. Un hermoso bosque preserva el lugar. Pronto lo cubrirá por completo. 
Las tardes que el  sol aprieta no tengo problema en desnudarme y entrar a la acequia.
Unos niños salen a curiosear a una señora loca sin ropa,  los perros ladran y de pronto soy consciente que no estoy sola . ¿ Dónde viven los pobladores del fin del mundo? Cada incursión ha sido silenciosa, ni un ojo curioso. Ahora mi  sangre hierve por encontrar las casas vetustas, los niños, sus viejos. Ellos guardarán tanta riqueza en sus relatos y desvelarán misterios de esta parte de la ciudad , que ya es mía. 
Entre la maleza, escojo plantas que ya no se encuentran en los jardines de Lima.
¿ Será el agua de la acequia, ese charco remanente del  río polvoroso, la que mantiene con vida aquellas plantas oriundas? O el mismo polvo, cavilo mientras camino por los rieles cada día más oxidados y  cubiertos de vegetación, como si les naciera un pudor femenino y no quisieran estar expuestos a las cada vez más escasas miradas. La mía es de ternura pura. 
Al final de un camino perdido de la memoria de los mortales, se yerguen , joyas coronadas dos finísimos baúles de cedro . Nadie sabe su contenido ni ha osado abrirlos. 
Se cuenta que cayeron de un vagón de primera clase cuando el tren doblaba su curso. 
Una dama se arrojó al vacío con sus baúles. 
Nadie conoce sus extrañas razones.

lunes, 8 de agosto de 2016

Camina, pierde el rumbo, ensucia tus zapatos, siente la herida de la sed en la garganta, ladra con los perros de la calle. Siente tu libertad grita. Si te detiene la policía por escándalo, date a la fuga.
Es mejor que  llorar el dolor de la humillación de tu dignidad mancillada.
No cuentes , Niña, aquello tan feo que te hicieron esos hombres.
Rasgaron tu alma, destrozaron tu intimidad, te traicionaron. 
No cuentes, Niña.
A nadie le importa tu dolor.
La gente comenta frívola   para tener tema de conversación y sigue su camino.
No cuentes, Niña, tu duelo, a solas .
Llora meses, si puedes, hasta que sientas que tu cuerpo esté limpio, impoluto.
Loca, insurrecta, vístete bien, anda a tu casa ,  no hagan ruido.

Mis vecinos protestaban,  levantaban la voz ,  cuando al alba me reunía  con mis amigos poetas a seguir la bohemia en la esquina de mi casa. Atrevimiento el mío.
Llegamos a tal extremo de descontrol que ocurrió una explosión.
Yo entré a desintoxicarme y salí a trabajar en una universidad.
Cayó Sendero Luminoso, muchos de ellos tuvieron que huir.
No nos vimos más.
Sé por amigos comunes que nos recordamos con cariño libertario.

Loca, insurrecta, vístete bien, anda a tu casa ,  no hagan ruido.
Hubo un tiempo que corría por el malecón .
Me embriagaba de la brisa marina y con el alma henchida subía al pico más alto del barranco.
Desde mi lugar de privilegio soñaba volar , surcar el cielo.
Estos días recorro suburbios marginales.
Es un homenaje, creo, a los tiempos universitarios, épocas libres y felices.
A ti Edwin Zcuela, por tu amistad de libros y aventuras. 
Los vecinos de San Isidro, mi elegante barrio no conocen más distritos que uno o dos.
Les apesta aquellos ellos con autoridad snob consideran inferiores por ser de clase media o de huachafos.
Pobre de ellos que no saben de la belleza de los parajes perdidos, de los páramos abandonados,
de aquellos ríos desconocidos, los trenes en desusos , las aventuras entre el río y el mar.
Paralelo a  aquél camino polvoriento, discurre una acequia, que alguna vez fue un río.
Los habitantes mayores cuentan que hace 50 años era un afluente del río Rímac, hoy, no florece ni una yerba para los animales. Sin embargo, los árboles se mantienen inhiestos. 
Cuando paso por allí en verano,  bendigo la sombra de esos árboles y protegen de la llovizna que recuerdan que a pesar de ese paisaje abandonado y con símiles a pasajes del fin del mundo,, estamos en Lima. Es que nuestra ciudad es así, triste , polvorienta y abandonada.
Son horas de caminata por un camino polvoriento, con la sed raspando tu garganta pero al final vale la pena . Llegarás a zonas desconocidas, abandonadas por la memoria de la ciudad. Allí se esconden muchas piedras preciosas, gente particular,   maquillada bajo una pátina de onís.
Camina lejos de tu zona, del barrio conocido que te acoge, aprenderás a oler desde una fragancia nueva , valorarás el camino polvoroso que te lleva hacia lugares mágicos.
Es cuestión de atreverse. 
Quizás tú ignores, o no comprendas que en aquellos lugares olvidados, perdidos de la mano de Dios,
es dónde yo más segura me siento. Quizás en otra vida, en algún sueño viví como una mendiga refugiada en un vagón. O es simple desprecio a la sociedad que me tocó, superficial y frívola.
Ellos no aprecian la belleza de lo auténtico, el perfume de lo marginal.

domingo, 7 de agosto de 2016

De ti, ya nada espero.
Unas risas, historias desopilantes.
Tu alma está guardada en mi urna, bajo la cama.
Me  seducen   los lugares marginales , aquellos que pueblan seres fantasmales, que espantarían a  los ciudadanos decentes y aburridos.  
El tiempo se detiene y es el polvo , la mácula que cubre los objetos abandonados, ora una muñeca sin brazos o un hermoso vagón de tren en desuso. Yo amo visitar aquellos lugares, guarida de perseguidos de la ley , donde el verdadero espíritu humano late en cada ser despreciado, escondido del mundo. 
¿Qué puedo perder entre los rieles de un tren desvencijado sino es un amor?
Un amor jovencito, cubierto de polvo, intrépido y  aventurero como yo.
Que ame las aves que van a morir al recodo del río, las historias de los trenes ,
las sillas de cuero noble,  conversar horas sobre los misterios de las zonas marginales de  la ciudad. 
y a las poetas locos. 
No pido mucho.
Los lugares abandonados de la ciudad tienen una atmósfera especial.
Son habitados por seres seductoramente marginales en vagones de lujo que ya nadie recuerda. 
Nadie visita la zona pues se cree que es zona obrera y es en realidad ,el cementerio general de la ciudad. Nosotros somos los visitantes, nuestro asombro , las flores que traemos en cada visita.
Me seducen las acequias de las orillas de los caminos polvorosos, que van a los extramuros.
Acequias que una vez fueron ríos subterráneos o pequeños estanques de casas ricas , hoy están bordadas de óxido y de agua estancada. Cuántas historias se reflejaron en sus aguas, entonces límpidas,
Amo el camino polvoroso, ventoso ,que me lleva al cementerio de trenes.
Allí los encuentro dignos y hermosos. 
Por sus ventanas puedo  ver los paisajes que recorrieron, las historias de sus pasajeros , las voces 
de las paradas.
Nadie se atreve a visitar los extramuros de la ciudad ni sabe de la existencia de los trenes con vida propia.
La gente es cobarde , no gusta de explorar aquello distinto a lo usual.
He perdido tantos zapatos entre los andenes del cementerio de trenes como amores en mi vida.
Ya no recuerdo sus nombres.
Estos  eran meros acompañantes en mis paseos por los extramuros de las ciudades, los cementerios, aquellos lugares marginales donde solo los valientes se atreven.
Hace años,  yo bebía ríos de licor   entre  bosques de botellas en la más absoluta soledad.
Era raro ver a una muchacha en cantinas mugrosas perder la conciencia de puro  ebria .
Un día aciago dejé todo atrás por un amor.
La bebida por sus  golpes.
Algunas personas buscamos el castigo , el dolor, lo rastreamos y nos dejamos poseer por él.
Ese es mi caso.
Hoy por hoy, camino por los andenes de los vagones abandonados , sobria, feliz de ver el río y el mar como única espectadora de ese milagro,
Amo internarme en los extramuros de la ciudad. Es allí, entre el polvo y la mugre, donde sobrevive lo desvencijado del mundo, aquello que la gente desprecia. Subo a los vagones de los trenes que no van a ninguna parte, miro por sus cristales paisajes , historias  congeladas en el tiempo.

sábado, 6 de agosto de 2016

Amo los cementerios de trenes, polvorientos y marginados de la ciudad, 
Un día aciago, el río inundará los vagones y se hundirán en el río hasta alcanzar la corriente del mar.
Serán fierro sobre fierro, irreconocibles unos de otros.
Nadie los volverá a ver nuevamente.
Nosotros sí los recordaremos con el corazón pleno de recuerdos felices.
Guardan en sus muebles , en cada asiento , un pedazo de nuestra infancia.
Acaricia mi cuello con la yema de tu dedo.
Yo desabotono el primer botón de la camisa.
Enciendo la música, bailamos hasta la madrugada.
Antiguos placeres que aún nos procuramos. 
Quiero leer las palmas de tus manos, tan blancas y cuidadas.
La verdad ,  yo no sé nada de cartomancia.
Solo deseo  acariciar esa piel suave, tus palmas de seda. 
Rodear mi cuello con esos dedos largos  hasta casi asfixiarlo.

He perdido mis pasos por los rieles de trenes que ya no viajan a ningún lado.
Empolvé mi ropa sentada en sus muebles desvencijados,
y fui más feliz allí  que en modernos aviones con destinos a lugares de plástico
donde hasta la azafata habla como una muñeca robot.

viernes, 5 de agosto de 2016

El gusano de la rabia horadó día a día, con paciencia de monje tus brazos,
inyectó  tu aparato circulatorio  mordió con veneno tu alma.
Pronto  destilabas envidia pura.
Cuando pudiste quisiste dañarme.
Tu mediocridad lo impidió.
Yo, no.

No escarbaré el túnel profundo de tu odio.
Es demasiado hondo. 
Tampoco preguntaré cuándo se abrió ese sentimiento maligno en tus venas, la envidia.
No hay razón.
Vives envenenado, suficiente castigo, maldito. 
Tú no eras el canto de las aves al alba,
ni la luz de mis ojos .
Tu enciendes  tu propio escenario
y brillas en tus propias  tablas  como mediocre solista.
No mientas, nadie te  ovaciona.
Me gusta recorrer los extramuros de la ciudad , las líneas férreas abandonadas. Allí donde mueren los pájaros. Aquellos lugares,  que la gente evita,  no conoce ni  aprecia en su verdadera hermosura.  La nostalgia y la soledad habitan con lo marginal.
La corriente cubra la urna, hinche tu cuerpo hermoso y un día de éstos, explosione colmado de agua sucia. Por no amarme, por el engaño de esos días, te fundirás en las profundidades del mar.
Ayer rebusqué entre tus pertenencias. No encontré ni una foto mía, ni una carta.
Ha llegado el momento de fondear la urna , donde nunca pueda verte,
donde ni el recuerdo te roce.
No limpiaré más el óxido ni el moho de tu urna.
El castigo sigue implacable.
Dormirás olvidado y hermoso en los extramuros de la ciudad  el resto de tus días.
Limpio la urna cada semana.
La brisa marina puede oxidar sus bordes.
Tú despertarías del sueño inducido.
Tendría que ahogarte ,
 privarme de contemplarte por siempre.

Me gustan los extramuros de la ciudad por solitarios, por marginales.
Son salvajes  y polvorientos.
Tú odias el silencio y amas la gente.
Aquí nadie te contempla ni te admira.
Rasgaste mi alma,
la soledad, el confinamiento son tu castigo.
Si esas manos perfectas acariciaran   mi rostro, resbalando por mis hombros,
hasta  mis senos y me hubieran  regalado la pasión que clamaba a gritos  , no estarías hoy en una urna en los descampados de la ciudad. Muriendo lentamente.
Tendido en la urna, inerte, te observo.
El paso del tiempo mantiene tu belleza intacta, tus manos perfectas.
Una pena , que tu corazón destile ponzoña.

jueves, 4 de agosto de 2016

A él , querido ex marido, no se le odia, menos se  menciona.
Se te instala en un mueble abandonado de cualquier playa lejana , donde día a día los carroñeros hagan  su trabajo con deleite.
A ti, querido ex marido, no se te odia, ni se  menciona.
Se te instala en un mueble abandonado de cualquier playa lejana , donde día a día los carroñeros hagan  su trabajo con deleite.
Era fines de un  marzo inolvidable  y el viento nos revolvía el pelo, la cara y la brisa marina me embriagó tanto que pensé que sí, que sería posible volver a ti luego de 20 años. Dejar todo atrás.  No me culpen . Era tan feliz, tan libre en ese momento que no pensé jamás que unos meses , después trataría de herirme con frialdad y el alma llena de odio.
El viento habla de ilusiones, de bellas promesas por llegar.
Al costado del malecón diviso las nubes, un cielo que torna celeste. las Ilusiones.
La brisa me habla de amores .
La tristeza arriba con los rigores del invierno,
con el silencio de las aves, tu ausencia de llovizna.