Era tan simple la felicidad en aquella época, tan sencilla que día a día aumentaba la intensidad de nuestras emociones con nuevas actividades adrenalínicas Salíamos en grupo , a escondidas de mi mami, a montar moto con los chicos.
Corrían raudos y la cintura bien sujeta por nuestros brazos por toda la avenida Salaverry hasta el malecón,
donde los chicos hacian motocróss con nosotros gritando.
Hasta que un día no bien entré a casa, mi madre me aventó la silleta encima.
Una amiga de mi tía nos había visto y horrorizada por nuestra intrepidez llamó a mi mami y ésta que no soportaba que nadie le enmendara la plana , me castigó por arriesgada y por avergonzarla. Eso no me lo dijo, pero yo lo supe desde siempre.
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