Y sentí por ese muchacho moche
una pasión tan desbordada
que no resultaba normal.
Despertaba por las noches
clamando por una caricia tuya.
Orando a Dios por tu amor.
Algo me había hecho,
un amarre, una fumada,
pero yo te hice mis hechicerías
mil candados,
para asegurarme tu cuerpo
de melaza encima de mi piel desnuda.
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