Quise ser una poeta y lo soy,
a mucha honra.
Mi alma es sensible
al extremo de que cada palabra
es una lágrima que no rueda por mi rostro.
A veces pienso, he vivido tanto, que ya nada me sorprende.
Despierto al alba para caminar
y ser la primera en oler la fragancia
de las flores,
aún me asombro de la pureza y los colores de la aurora.
Entonces soy afortunada y creo que ese privilegio es solo mío.
Lo atesoro en mi pecho y
lo saco para tardes tristes como hoy,
lentas y largas,
cuando extraño tu ternura.
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