Sean mis brazos, alas blancas de gorrión,
anidadas al amor de tu pecho .
Sean mis alas, plumaje de águila
cazadora de poemas y belleza.
Sea yo, cóndor, ave poderosa, entre todas,
reina y señora de las cordilleras, las alturas ,
los picos de los andes.
La fuerza de mi pecho ardiente me eleve al firmamento,
a surcar el celeste más intenso , el infinito,
perderme entre las nubes, las estrellas.
No volver más.
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