Hube de caminar sobre brasas ardientes,
los pies descalzos,
arañar con las uñas , paredes de yeso
sentir en mi carne el frío de las noches.
Extraviarme en los círculos de Dante ,
bajar a los inframundos ,
para calmar mi sed por conocer el mundo real.
Yo, habitante de un palacio
vagaba por calles sucias ,
y me confundía entre los miserables,
bebía con ellos de una misma botella.
Aprendí su lengua sencilla, sin hipocresías
poetas de modales hoscos y francos,
eramos ya una misma familia.
Conocí la oscuridad y el delirio.
No se es poeta si no conoces de esquina,
de barrio, de música popular, de hedores a orín
Si no bailaste nunca en la azotea de un conjunto vecinal
hasta el alba , no sabes de fantasía, de estrellas.
La belleza de la poesía se descubre en las auroras,
en la alegría de las fiestas populares , en la libertad.
En mi pecho ardía un fuego inexplicable,
En la calle encontré la poesía transfigurada en mil luces.
Me faltan los versos para cantar a la belleza de lo marginal
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