Mil cortes horadan mi cuerpo.
Uno cruza el rostro.
Una lanza vertical me parte en dos.
Tres orificios son mis ojos,
la boca , un cuchillazo simétrico.
La cabeza colmada de mercurio puro.
Recorren mi mente sin orden ni concierto.
Entonces, de puntitas el horror.
Enemigo sin cura.
A veces, lo venzo en combates diarios
otras, soy víctima de su crueldad.
La poesía es mi arma.
Mis días . una batalla incesante.
Los poemas son mis cantares de gesta.
Espantan a los horrores tiznados en la piel.
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