Mi niño hermoso, quien diría,
tan frágil y tierno,
indefenso y desamparado
lograste derribar mis barreras,
con esos ojos tiernos demolerme,
perder el aliento por ti,
Encendiste una pasión malsana
ya no como, no río.
Tu imagen vive en mis pupilas,
arrebatas mi paz.
Mis noches son tormento puro.
Te veo en sueños,
evoco tu nombre,
despierto entre lágrimas,
más sé bien que tu amor no es tal,
es un hechizo, un embrujo.
Debí pensar,
provienes de una tierra de brujos.
Conozco bien los encantamientos,
los cigarros que fuman las mujeres a la vera de sus casas,
Cuántas monedas les diste para enloquecerme de deseo?
Yo, una pantera brava, amansada por un felino menor.
Una mujer en manos de un muchacho,
presa de su pensamiento,
de la cárcel de su piel.
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