A mi pesar,
no solo eres el vencedor de esta contienda,
cargo la condena de tu amor maligno,
dueño absoluto de mis pensamientos,
de mis noches .
No conozco el sueño hace meses.
Cierro los párpados y vives en mis pupilas.
Invoqué a todos los poderes pero tu embrujo
domina mi piel con la fragancia de melaza,
de tu transpiración,
que me pegaste
la tarde aciaga aquella.
Clamo, me desespero, me consumo,
más no me resigno
a la tortura de tu ausencia,
al silencio maldito,
que tanto te divierte.
Ríe ahora.
Cuando recupere mis poderes.
Besarás mil veces mis pies.
Te lo juro.
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