Eran tus ojos ,
intensamente oscuros,
la sonrisa tímida
los que me perdían.
Hacías de mí,
tu sierva,
un animal lascivo
clamando
por tus caricias
esquivas, a veces.
Otras , intensas,
caprichoso, poeta mío.
Tu sabías bien la forma de atacar.
De seducirme,
de doblegar mi voluntad
hasta el aullido.
Contraviniendo las normas
te amé,
éramos dos felinos,
desgarrándose,
una pantera ,
y un carrocho,
ronroneando,
rugiendo de gozo.
Eras la ilusión de mi vida.
La alegría intensa,
el dolor y la herida
cruzando mi piel.
día y noche.
noche y día.
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