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lunes, 9 de diciembre de 2013

Eran tus ojos ,
intensamente oscuros,
la sonrisa tímida
los que me perdían.
Hacías de mí,
tu sierva, 
un animal lascivo
 clamando
por tus caricias
esquivas, a veces.
Otras  , intensas, 
caprichoso, poeta mío.
Tu sabías bien la forma de  atacar.
De seducirme,
de doblegar mi voluntad
hasta el aullido.
Contraviniendo las normas
te amé,
éramos dos felinos,
desgarrándose,
una pantera  ,
y un carrocho,
 ronroneando,
rugiendo de gozo. 
Eras la ilusión de mi vida.
La alegría intensa,
el dolor y la herida
cruzando mi piel.
día y noche.
noche y día.

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