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sábado, 7 de diciembre de 2013

Fuiste el amor inmenso.
Nadaba en el cielo intenso de tus ojos.
Bebía de tus labios, mentiras como verdades
Tú eras el altar de mi adoración.
Ni había lugar a dudas.
Una noche aciaga ,
La verdad estalló ante mi rostro,
chirriante como un auto contra una vidriera.
Hube de huir de ti,  en un reguero de sangre
fugitiva de tu recuerdo.
Sepultarte bajo el cemento cuajado de lágrimas.
6 largos años exiliada del  mundo,
de mí misma.
Te encuentro hoy y tiemblo como una hoja.
Reviví en un instante, 
en tus ojos la crueldad.

Malsano sentimiento, el mío
que aún aterra mi cuerpo,
demuele mi día 
saltan las heridas 
y brota sangre de mi alma.

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