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sábado, 7 de diciembre de 2013

Acepto.
Ganaste la partida.
Nadie tatuó mi piel  con sangre,
como  tú, mi ángel caído.
Después de ti, una opaca soledad trajinará mis días.
Desafiaré a las leyes del tiempo, 
a volver a la fuente  de  la juventud perdida.
Borraré las manchas oscuras bajo mis ojos,
las arrugas marcadas por  viejos amores.
Entonces, seré el sol alumbrando  de tu vida.
El pan que alimente tu soledad.
Conozco tus carencias, tus silencios,
la tristeza tiznada en tu piel.
Ven a mí, una vez más, sin condiciones,
con la verdad en tus palmas,
sin pedir  nada y te daré 
el amor que tus ojos claman,
el cariño de una amiga leal.
Es cuestión de valor.
Atrévete.

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