Antes que el sol se oculte,
necesito liberarme de ti.
Respirar sin inquietud
ni ansiedad.
Abrir los ojos y no verte.
Lavar mi cuerpo y no sentirte.
Olvidar por siempre tu fragancia de melaza,
aquella pócima dulce que bebí de tus labios,
esa tarde aciaga,
cuando me entregué sin sospechar siquiera,
que ese muchachito frágil y desamparado,
era un señor de la magia negra,
que derrumbó y humilló a las poderosas hechiceras
del norte, de la laguna encantada,
a las del sur , dueñas de las ventiscas
y mis propios esfuerzos por sacar tu olor con aguarrás,
cubrirme el rostro con las cenizas de aquellos habanos
fumados en tu nombre
No he podido desatar el conjuro.
Mañana es año nuevo,
las órbitas cambian en el cielo,
el sol será negro,
si no atiendes mi pedido.
Ahora mismo emprendo viaje a tu tierra,
a pagarle a esas mismas señoras,
que fuman y escupen mi nombre en el lodo.
Tienes tiempo de pensar hasta el ocaso.
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