Hubo un tiempo , la sangre no fluía por las venas de algunas mujeres . No las inflamaba, estaban castradas por la educación .
Claro que las recorría , pero eran ellas eran tímidas y pálidas. Mediocres piezas de cacería o intercambio.
Incapaces de ir en contra la corriente
Dependían de las murmuraciones.
Eran educadas para casarse vírgenes y puras con un partido igual o mejor en el medio social.
Hasta que un día aciago , la muchacha conoce la pasión. Y era , con alguien sin fortuna ni abolengo.
La vida de la familia caía en desgracia. El padre acudía a los métodos de la ciencia , o a la superchería ,
como quien apaga un incendio, rápido y de cuajo.
Debía reparar el honor de la primogénita.
Arrancar el amante a la muchacha era procurarle el primer gran dolor.
Ella se convertiría en una rebelde eterna, una contestataria de la hipocresía social.
Una mujer libre y genuina.
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