Por estos días, el sol no alumbra mis caminos
Son mis músculos, nudos trenzados , mi respiración acezante
una desesperación incierta, unas ganas de no ser más.
El cuchillo de la angustia traspasa el tuétano de mis huesos.
Arribó el horror.
Aquél enemigo , asesino de primaveras e inviernos.
Sus pasos son leves y te empujan a un profundo pozo ciego.
Mis versos son opacos, han perdido vigor.
Ante el terror,
me refugio en el sueño.
Dormir para siempre,
escapar de la tristeza tiznada en la piel.
Rechazo la idea pues mi sangre se rebela.
Escribo para combatir y sentirme viva.
Entreno como una atleta para no doblegarme
a las órdenes de esas voces malignas que piden mi vida.
Hincada de rodillas, clamo al cielo por un poco de paz.
Tan solo un poco, nada más.
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