Emprendo la carrera hacia el malecón.
En la espalda cargo un saco.
A pesar de su peso,
mi paso es ligero.
Sin demora , preparo una pira.
Reúno ramas secas y vuelco el saco
Prendo fuego , uno a uno
se calcinan tus ojos tristes, mis penas,
el amor de plástico mi propia soledad.
Cuán dulce es el crepitar del fuego.
Las llamas crecen y alimento la hoguera.
Son cenizas ahora aquellos restos de penas
y vuelan al viento.
Cuán hermoso es el resplandor en el cielo.
Leves mis pasos, vuelvo a casa.
Los músculos relajados, el rostro iluminado,
El alma nueva.
La paz fluye por mis venas..
Cuán hermosa es la libertad,
Bello el olvido.
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