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jueves, 3 de octubre de 2013

He de regalar un sol, 
que vista tu tristeza,
de resplandores y sonrisas.

Así no recordarás
un amor que nunca fue
sino una pasión maligna,
que apresó mi cuerpo al tuyo.
O el tuyo al mío.
Eso no  importa, ya no interesa.

Conozco tus intenciones.

Y te destierro al gobierno de la soledad,
a la orfandad que tu mismo ganaste.
Al frío de esta extraña primavera.






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