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miércoles, 23 de octubre de 2013

He de confesar que amaba el olor del cemento en la madrugada.
La  mesa rústica, sin ceniceros nos reunía entre bosques de botellas
 a poetas, músicos y actores.
Eran ellos tan brillantes,  
yo ocultaba pudorosa mis poemas.

He de confesar que  amé tanto por aquellos tiempos,
a cualquiera que hablara de revolución,
y me amaron mucho también .
El  centro de Lima se encendía a nuestro paso 
al recorrer sus veredas con olor a cerveza y orines.

He de confesar que fuimos pocas las mujeres que vivíamos la noche.
Eramos  tan libres ,hablábamos , bebíamos a la par de los compañeros.
Eran tiempos de cochebombas y conciertos subterráneos.
Amaba el  olor a a  adrenalina, a pólvora y a peligro.
Un día hube de marchar para siempre.
La policiá apresó a muchos.


Pienso escapar  de mi vida burguesa una de estas noches.
 Recorreré  las calles , aquellas que sentía mías.
las bendeciré a cada paso por los amigos perdidos

Marcharé a casa, sola , disfrutando mis recuerdos.
Sonriendo , riendo como antes con aquellos amigos  tan queridos. 

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