He de confesar que amaba el olor del cemento en la madrugada.
La mesa rústica, sin ceniceros nos reunía entre bosques de botellas
a poetas, músicos y actores.
Eran ellos tan brillantes,
yo ocultaba pudorosa mis poemas.
He de confesar que amé tanto por aquellos tiempos,
a cualquiera que hablara de revolución,
y me amaron mucho también .
El centro de Lima se encendía a nuestro paso
al recorrer sus veredas con olor a cerveza y orines.
He de confesar que fuimos pocas las mujeres que vivíamos la noche.
Eramos tan libres ,hablábamos , bebíamos a la par de los compañeros.
Eran tiempos de cochebombas y conciertos subterráneos.
Amaba el olor a a adrenalina, a pólvora y a peligro.
Un día hube de marchar para siempre.
La policiá apresó a muchos.
Pienso escapar de mi vida burguesa una de estas noches.
Recorreré las calles , aquellas que sentía mías.
las bendeciré a cada paso por los amigos perdidos
Marcharé a casa, sola , disfrutando mis recuerdos.
Sonriendo , riendo como antes con aquellos amigos tan queridos.
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