Cada cierto tiempo el azar jugaba a nuestro favor.
Eramos dos cometas estrellándose en el firmamento.
Polvo celestial nos cubría el cuerpo.
Volvía entonces a la melaza de tu cuerpo,
a medir tu pecho amplio,
reír pues no lo abarcaba con mis dos manos.
Eras tú tan joven, yo una mujer.
Cada cierto tiempo el azar jugaba a nuestro favor.
Eramos dos cometas chocandose en el firmamento.
Polvo celestial nos vestía el cuerpo.
Tu fragancia dulce me embriagaba,
me perdía en la inmensidad de tu cuerpo.
Eras tú tan joven , yo una mujer.
Hace mucho el azar no juega a nuestro favor.
Las órbitas del cielo cambiaron de rumbo.
Vives en otro sitio, no conozco bien tus pasos.
No es importante,
Serás por siempre mi muchacho moche,
mi pasión desesperada,
Una estrella, un planeta brillante.
Mi propio cometa girando en el cielo.
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