Tiendo el largo de mi cuerpo
sobre la arena tibia.
Los últimos rayos del verano
luminan el mar.
Ese mar tan cerca de Lima
y que no miramos nunca.
La gente pretenciosa
viaja largas horas hasta un balneario,
donde el mar es bravo y su espuma, oscura.
Sencilla y solitaria, como yo misma,
ya nadie visita la playa en otoño.
La marea mansa,
sus olas diminutas mueren en la orilla,
espuma blanca
besan mis pies,
permito que bañen mi torso,
lleguen hasta el cuello,
Yo innerte,
disfruto la caricia salada del mar.
Corre el viento y es hora de partir.
Regreso a la carrera, mi cabellera al viento
perfumada de brisa.
Una lágrima escapa, la espuma blanca
me recuerda la sonrisa de Sofía .
Ya vendran tiempos mejores,
me consuelo,
y absorta miro su fotografía.
Debo caminar , el alma en un puño.
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