Dos aves blancas son tus manos.
Vuelan y se posan delicadas
sobre mi cuerpo.
Tus alas acarician dulcemente
mis montes.
Se anidan en ellos.
Tus plumas en mi vientre.
Un cosquilleo delicioso.
Bailan mis caderas,
a un ritmo desconocido.
Abres mis piernas
besas la rosa púrpura.
De mi boca exhalo suspiros.
Vibra mi cuerpo .
Late la rosa si tus plumas
la rozan.
Crece aún más.
Derramo miel de las entrañas.
Estalla el deseo
en temblores y el sismo supremo
derroca temores.
Me rindo plena al placer.
Mis piernas mojadas de dulzura
brillan serenas al sol.
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