Regreso del mar con la cabellera húmeda,
perfumada de brisa.
Prendida de tu cuello,
como una niña
desato tus sueños.
Enroscas un mechón entre tus dedos,
atraes mi cuerpo
a tu pecho.
Rodeas mi cintura.
Una gota salada cae,
en el nido de mi pecho,
baja por los accidentes,
los recorre hasta
rodar por mis piernas
y mojar la sábana
de tu lecho.
Aquel maldito lecho,en que soportas veranos e inviernos.
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