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domingo, 29 de septiembre de 2013

He clamado. 
Grité al cielo 
desesperada
por olvidar  tu rostro.


Un domingo sin tu voz,
es un lamento largo que  se queda   en la garganta,
y mueren las palabras  sin llegar a decir ,
aquello que el alma grita.


Mis labios sellados, 
aprietan un salmo en tu nombre.
Amado.

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