He clamado.
Grité al cielo
desesperada
por olvidar tu rostro.
Un domingo sin tu voz,
es un lamento largo que se queda en la garganta,
y mueren las palabras sin llegar a decir ,
aquello que el alma grita.
Mis labios sellados,
aprietan un salmo en tu nombre.
Amado.
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