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domingo, 15 de septiembre de 2013

Amor,  tu dolor está incrustado en mi cuerpo.
Somos  dos en esta batalla
agotadora , contra una enfermedad
que medra tus fuerzas, los ánimos,
la alegría, los huesos.
Cada ataque de tos
es un cuchillo cortando mi cuello,
deshaciendo mis noches.
Escondo mis lágrimas,
ya  no sonreímos.
Tu voz es ronca,
como si me hablaras
 desde una caverna profunda.
Y yo huyo de madrugada
para no caer en ella y,
 hundirme en esta tristeza
que corroe el alma.
Vuelvo a casa
fingiendo una alegría de plástico.
Nada es suficiente.
 
Otro domingo negro,
la tristeza me devora
de a pocos
es el silencio
el encierro
la soledad
mientras velo tu sueño, la vida,
que se escapa entre tus dedos
cada tarde de sol.

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