Emprendo una carrera ciega por las calles.
Cruzo las avenidas sin mirar,
es que necesito llegar
cuánto antes a mi malecón.
Subo al barranco y alcanzo el pico.
Desde allí, la vida es hermosa.
Me embriago de la fragancia del mar,
Desde mi cumbre , observo
las olas rompiendo contra las rocas
su rugido feroz.
el beso manso a la orilla,
como a un niño,
y bendigo
la vida que torna hermosa,
el sol , la bahía lejana.
Aquí respiro, reflexiono.
Vuelvo a casa,
el corazón henchido,
envuelta en esa paz ,
que me suele ser esquiva.
Serena y sonriente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario