Ayer decidí olvidar.
Caprichoso, apareciste en mis sueños,
Ay duende maligno, qué dulce fue verte
tus ojos tiernos, tu juventud dorada.
Despierto con ganas de más ternura.
Se acabó he dicho.
Ayer decidí olvidar.
Aún latas en mi cuerpo,
y en tus ojos me sumerja
como en un pozo de aguas tibias,
no invadas mis sueños.
Se acabó, he dicho.
Ayer decidí olvidar.
Te ruegos no mutes en bondad,
Arrancaré mi alma con un punzón.
No debo sufrir por ti.
No lo mereces.
Se acabó.
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