Cuánto daría por atravesar el parque
cuajado de florecitas
Sentarme a tu mesa y conversar contigo,
como milonga de pobre.
- decías en casa de mi madre -
años ha, amiga mía.
Conversar no es simplemente hablar.
Es abrir el alma,
decir verdades con palabras,
transparentes como puquiales,
como hicimos siempre, Diana.
Mirarnos a los ojos,
reconocernos en la mirada clara,
en la risa abierta,
en nuestros gestos antiguos.
Ya llegarán los tiempos de las aves,
el sol, la libertad, el mar.
Aquel reencuentro ansiado,
con gritos desesperados,
por esta amiga que te quiere
con toda su locura,
y su corazón abierto.
Amiga a prueba de balas.
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario