Yo tuve un amigo,
a quien amé con el alma
cada hueso
los poros de mi piel
clamaban por él.
Vivía en mis sueños ,
era el dueño de mis pasos.
Su mirada empozada en mis ojos
era contemplar una noche serena.
Su sonrisa alumbró mis tardes solitarias.
Un día aciago,
La tormenta me arrasó,
me envolvió en un manto de arena,
algo dije, algo hice, no recuerdo.
Me llamó loca.
Desde entonces,
Una cicatriz cruza mi rostro.
Yo tuve un amigo,
a quien amé con el alma
cada hueso,
los poros de mi piel
clamaban por él.
Lo espantó el vendaval,
huyó como todos,
lejos muy lejos
de mi dulce
hermosa locura.
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