A la distancia mi cuerpo clama por ti.
Tu mirada enciende esta piel rebelde,
mis montes redondos se enpinan erectos,
revientan de tanto deseo.
Cuanto daría yo
por ser la luna de tus noches.
Tú, el sol de mis inviernos grises.
Vamos poeta, sueña que nada cuesta.
Yo vivo embebida en tu recuerdo.
Así camino, ardiendo de deseo.
sintiendo el placer de tus ojos
sobre mi carne.
Gozando con tu recuerdo.
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