No logro dormir, a pesar de la intravenosa.
Me ocupo en relamer mis heridas, como los gatos.
Si ellos no escriben, no visitan,
debería estar acostumbrada a la soledad.
Pero él, tan solo unas líneas para saber que no me olvidó.
La herida abierta sangra.
Empapa las sábanas si la hemorragia sigue
pronto inundará el piso.
Ahora sí seré pasto de la furia de esas mujeres tan controladas.
Cómo pretenden que no sangre,
acaso puedo remendar el alma
como quien cose una basta.
Es mejor que lavar los escupitajos de Martín,
o buscarle las pastillas prohibidas a la Vero.
Carmencita pasa a lado de la habitación sin mover un músculo.
Ella ya cosió su corazón hace mucho.
Es una verdadera dama a la antigua.
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