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lunes, 17 de junio de 2013

Las enfermeras visten de color blanco y sus pasos son leves.
Se acercan, me inyectan e invitan amables a descansar.
Creen acaso que mi furia se aplaca con tranquilizantes
Escribo y por mis letras fluye sangre .
Tan real como el dolor que apreta mi estómago.
Debo vestirme, alternar  y sonreir.
Solo  así permiten que escriba.
Expresar en letras  esta rabia que me consume .

Regresaré al verdadero manicomio,    cuando salga  de alta.-

Esperaré sonriente a mi esposo y contemplaré impávida
silente, el ritual diario de su suicidio.
Ese es mi propio manicomio.
Y él es mi carcelario

Asumo mi enfermedad mental.
No necesito inducirme en sueños químicos para olvidar mi realidad.

Uno de estos días, lo  encontraré muerto en sueños.
La familia, sí ellos, los poderosos me culparan.

Será muy tarde, ellos criaron al mounstruo.

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