El siquiatra me autoriza a escribir.
Debo expresar mi furia,
la soledad que me habita en versos.
Así no seré un pez más, nadando en la pecera.
Siento tronar el ruido del mundo en mis oídos , y yo en cama.
Me recordará aún aquél amigo poeta,
cuya mirada me hacía vibrar?
No lo creo.
Todos continuan sus vidas.
Mi recuerdo se difumina en el tiempo.
Como un velo.
Un ratito de felicidad y luego el olvido.
Adiós a aquellos que me quisieron aguna vez.
Es tan pálida esta historia que no merece ser contada.
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