El hombre de lava ha recorrido mis sueños tres noches
hasta hallarme.
Frente a él, le hablo,
no responde, no tiene voz,
lo toco ávida,
rasgo la lava que cubre su cuerpo
necesito saborear su piel,
envolverme en el aliento cálido,
y solo encuentro lava fría y endurecida.
Aquél poeta era tan solo un bloque que camina.
Lo abandono a la intemperie.
No volverás a molestar mis noches, monigote.
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