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martes, 18 de junio de 2013

Los peces despiertan  y la pecera cobra vida.
Martín pide su desayuno a gritos.
Carmencita es una dama.
No se altera si demoran.
Yo camino lentamente, 
sin ganas al comedor.

Regalo los panes que no he de comer.
Tomo la avena caliente.
Nada  calma  mi ansiedad.

La necesidad imperiosa de salir al jardín
y correr a alcanzar a  subir al tren 
de mi propia vida.
El tren parte sin mi.


Mi vida está sellada en la pecera.
Puedo aguardar  por él mil veces,
El tren no espera a nadie.


 

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