Debí aguzar el oído,
el aleteo de las aves fue leve,
me engañaron.
Atacaron de frente,
me derribaron,
trozaron mi piel
La devoraron ávidas.
Ese aleteo suave ,
sus trinos eran el anuncio.
Gorriones negros
sus picos muy afilados
ensuciaron mis zapatillas ,
los poemas por terminar.
Lavo mi cuerpo manchado de sangre .
Me llevan en vilo a curar mis heridas .
A olvidar mi noches sin sueños,
a aquella casa sin ventanas.
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