Sus ojos encendian la chispa de mi deseo.
Me sumergía con deleite en el pozo
de su mirada,
mientras arrancaba de cuajo,
mis prendas y quedaba desnuda
ante él , obediente y sumisa.
Descubrí el ardor de mi cuerpo ,
el sabor de mi piel.
Subí a los montes más altos del deseo
Alcanzé los picos inexplorados de un placer
inédito, desconocido y oscuro.
de su mano.
Sin tocarme.
Nunca nos conocimos en persona.
Sé que las tormentas amainan.
Esperaré sin molesta el tiempo necesario.
Nadie despertó tanto deseo en mi piel.
Eso no se olvida, compañero.
Aguardaré, como una leona a su presa.
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