Tarde soleada en la pecera.
Los peces nadan más rápido y espuman el agua.
No me sumo a quienes nadan con la corriente.
Escucho pasar el tren muy cerca.
De un solo salto lo alcanzaré.
Y nadie podrá decir que son fantasías.
La realidad existe tras la pecera.
La sueño, la veo, la añoro, y la veo tras las lunas.
Con la primera ola de espuma
saltaré al primer vagón.
A lo lejos, me despediré de los peces felices.
Ellos ya se acostumbraron.
Ardua tarea la de enseñarles la vida fuera de una pecera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario