Si rozara la orilla de tus labios,
levemente,
no podría escapar más
de tu delicia,
caería rendida a tus pies,
demente de veneno dulce.
Echaría a andar sin mirar atrás
seguiría tu sombra,
cada aurora.
Me encontrarían
deambulando por las calles
gritando tu nombre
hasta mis ultimos días.
Imsomne y loca.
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