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viernes, 30 de agosto de 2013

Padre mío, que estás en el cielo,
sé que tú curarías
las heridas de mi alma,
si estuvieras a mi lado
sin censuras y sabiamente
 me harías reír y olvidar esta pesadilla.
Hoy mi cuerpo, mi alma claman por ti,
Tú calmabas mis torrentes de llanto
con dulzura exquisita cuando niña
y mis excesos de adulta.
Conocías mi alma como nadie,
,
Tus explicaciones serenas sobre 
este mundo raro,
que no entiendo.
Y tampoco  acepto .
Papi, tú me educaste en la verdad,
me arropaste, sabías que era frágil,
comprendías mi enfermedad.
Te  necesito, Padre.
Necesito ver   tus ojos
remansos verdes de paz.
Hoy soy una muñeca rota,
que no quiere vivir  más
en este mundo falso
de envidias y mentiras.
Me niego a las sonrisas falsas,
a bajar la cabeza ante los ricos,
aquellos parásitos  que hablan solo de compras,
Qué me dices , Papi,  me encuentro contigo hoy?
O aguanto la vida los dientes apretados
como te gustaría.
Te daré gusto, pues me criaste luchadora.
Una yegua de pura sangre.
Desde el cielo miráme orgulloso
pídele a Dios que me fortalezca el espíritu
y pueda ser feliz.

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