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sábado, 12 de julio de 2014


Rodeo mi sala de velas .
Delgadas , redondas, cirios morados.
Prendo una por  una .
Al  brillo del fuego
las aves de rapiña 
no se atreverán a entrar.
La gente no entiende de horror.
Nadie escucha el batir de las alas
sobre mi cabeza.
Patean mis velas sin respeto.
Hincada, las prendo otra vez.
A lo lejos, la bandada de aves
vuelan espantadas.
Una llamarada alta se ve a lo lejos.
Es fuego incandescente , 
ardiendo en mi casa,
consumiendo mis miedos.
Devorando angustias en
el medio de mi pecho.

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