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lunes, 7 de julio de 2014

Hace mucho tiempo no me encariñaba tanto con una yegua o caballo.
Esa yegua blanca , camina, cabalga solo al el calor de mis manos.
Pareciera que entendiera mis deseos , mis penas y  alegrías cuando acaricio dulce su hocico ,  suave su pescuezo de hembra fina.
Cuando me apeo a su grupa en la llevo en brida, es ella quien elige los caminos .
Si ella siente mi  pena, se para a mi lado, corcovea, hace mil gracias para desatar mi risa .
Galopamos fuera de la comarca, pues sabe de mi gusto por el mar  el aroma curativo de la brisa, jugar con la espuma.
En la orilla, somos uno bajo el sol, galopando elegantes para despejar  penas.
Ella pareciera compartir conmigo  ese amor intenso,   fervoroso por la libertad.
Ama en rumbar hacia destinos  desconocidos, desiertos ,misteriosos.
Ella es solitaria como yo, no gusta de cabalgar en   manada.
No permite que nadie la monte, si no soy yo, su ama. 

Se encelará pronto,   ya siento la inquietud en su cuerpo ,  
como una primavera derramada sobre su piel de melocotón.
 el sexo henchido como una flor carmesí abierta , los relinchos llamando al macho.

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