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martes, 1 de julio de 2014

En puntas de pie,  temblando  de  angustia  por la salud de mi linda yegua blanca , entro al establo.
Palpo  amorosa  su lomo , acaricio la cabeza, el hocico tibio.
Compruebo con alivio infinito que está sana.
Bajó   la temperatura de su cuerpo,
 por la noche.
 No puedo creer que mi yegua haya vencido a la fiebre  por mis cuidados amorosos  pues ningún medicamento tomó.
Ella es joven, fuerte ,  en su alma vibra la alegría de vivir.
Ha devorado la alfalfa, nerviosa mueve la cabeza, las patas.
Empuja mi cuerpo hacia la puerta.
Siente   bríos nuevos ,
Cabalgar por los campos húmedos de llovizna, recorrer a trote ligero la comarca.  Sentir el cariño de los campesinos
Es muy pronto para cabalgatas. 
El cielo no escampa, pero nadie  ni nada vencen a mi voluntariosa yegua blanca,
 que de tan blanca es azul.
Extraña las fragancias de  las flores, el pasto,  los colores de la aurora. 
Cabalgar con el alma, cabalgar tan rápido que pasa fugaz ante las miradas asombradas de los otros caballos.
Es un haz de luz blanca que tiñe de azul el cielo.
Añora el aroma sublime a libertad.
Apeo a su grupa , corcovea   oronda para  felicidad de la manada.

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