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viernes, 11 de julio de 2014

 Antes del  estallido de la aurora, mis caballos relinchan nerviosos. Protestan por salir apurados a cabalgar libres.
 Me apeo a mi yegua blanca, que de tan blanca es azul , aderezada de cascabeles y lazos.

Ella encabeza la manada hacia los pastizales , las yerbas  crecidas, húmedas  por el aguacero de ayer.
Los potrillos divertidos buscan hongos sucios, amarillentos de lluvia.
Amplios, como sombrillas al ras de la tierra.
Algunos hongos son venenosos. 
Son las yeguas. quienes escogen con  con el olfato ,los frutos buenos.
Las crías disfrutan masticando , escupiendo, jugando entre ellos.
Otros  lanzan  el pedazo de hongo con el hocico  a otro  potro .Este lo toma y a su vez, lo arroja  a otra cría.
Ninguno se atreve con los caballos de pura sangre, ni con mi hermosa yegua blanca.
Son juegos de  potrillos  recién paridos ,que apenas se sostienen sobre sus patas.

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