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sábado, 5 de julio de 2014

Curo las heridas de las fustas enemigas , rojas, carmesí bermellón sobre    la piel de durazno de  mi yegua blanca.
Ella es una verdadera pura sangre, no gime, ni resopla. 
Estoica , soporta el medicamento agrio sobre las heridas abiertas.
Sus crines lloran sal, su lomo entero reluce húmedo  de tamaño esfuerzo.
Su galope veloz en una carrera , es   un haz de luz , tan blanco que ilumina azul, contra caballos más fuertes, yeguas traicioneras de patadas certeras.
Veloz como ninguna  , de gracia singular, son sus patas  tan largas y finas que no se logran distinguir a la distancia.
Es una figura fugaz blanca , azul, que vuela sobre la pista
Su estampa elegante enamora al público .
Hombres ,mujeres y niños, todos muy  engalanados pierden la compostura cuando la ven pasar  rauda,  sus patas largas,el cuello fino, la mirada fija en la meta.
No se inmuta por los ataques de los caballos contrarios .
Ella sigue a paso acelerado, como  quien da la contra.
Rechiflan, vitorean, echan sombreros al vuelo alentando a la más grácil , aquella yegua  blanca que de tan blanca es azul, sin conocer su nombre siquiera.
Pareciera que ella  supiera que es merecedora de los aplausos, del alboroto , del asombro  de aquellos que la alientan ,rechiflando, chasqueando los dedos , pues aligera el paso , el corazón a mil,
entregando el alma , rompiendo herraduras , llegando en primer lugar a la meta.
Nadie lo duda , es una verdadera campeona.
Temo por ella. 
El público salta  las barreras para contemplarla de cerca.
El temor me invade.
Vendrán los hombres ricos a ofrecer fortunas por mi yegua blanca.
Aquellos poderosos no saben,  no conocen el valor de  mi espléndida yegua blanca.
Nada puede comprar el amor que siento por ella .
No saben de su fidelidad ni  que de  la alegría en mi manada.

Aquella, quien encabeza el tropel de potros y caballos hacia el mar, los guía con su paso hasta las cumbres de los nevados. 
Ellos conocen los valles de mil tonos de verdes y amarillos.
Nadie sabe ,que por las noches baila con las estrellas , zapatea sobre la luna de plata. 
El sol le  guiña un ojo al verla pasear.
Es la extensión de mi propio cuerpo, mi alegría y mi pesar.
Nos alejamos del gentío que quiere acercarse a tocar  su piel de melocotón herida. 
Desean comprobar si su ligereza, su belleza son de este mundo.
La llevo a la casa, cerca a mi lecho . Así  la tengo cerca, la curo susurrando  al oído canciones de cuna . Termino  la labor muy tarde.
Ella está sana y segura . 

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