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domingo, 20 de julio de 2014

La aurora estalla  en el  cielo, iluminado con mil rayos la mañana.
Ilusionada, bajo al establo a saludar a  mi Blanquita.
Al verme , mueve la cola de crines tan blancos, que son azules.
Acaricio tierna  su cabeza , compruebo que la fiebre ha cedido.
Las heridas cerraron,  quedan cicatrices como un recuerdo triste  en su hermoso pelaje blanco.
Calzo las botas, me apeo a su grupa.
El pasto verde  intenso , luce al sol  más hermoso que nunca.
Mi yegua relincha de gusto al oler la libertad.
Cabalgamos a paso ligero,
tan solo un paseo para darle gusto.
La fiebre ha hecho mella en su fortaleza.
Poco a poco con mis cuidados  volverá a ser la misma yegua indómita,
la pura sangre, la campeona.

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