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sábado, 21 de junio de 2014

Mis potros trotan , arrastran las coces   exhaustos  de regreso a casa.
Conocieron el mar,  se mojaron chapucearon  en la orilla..
Maravillados, cansados de tanta emoción , se empujan  unos a otros por llegar a comer, desca
Esa  yegua blanca , que de tan blanca es azul,
enamoró al sol,
que de contemplarla  embobado destelló  rayos, azules.
blancos y violetas a la clara mañana.
Pintó a  la arena , los potros y al mar de la gama de sus colores.
Ella se aleja esquiva, coqueta , antes, agradece al sol con una reverencia.
Encabeza la retirada de la manada sucia de fango
Enarenados  hasta los lomos , 
las cabeza, sin decir nada sobre las crines
que disparan granos de arena  a cada paso.
Al llegar, acaricio primero a mi  yegua blanca,
 aquella que de tan blanca es azul, resopla delicada.
Sé de su mágico encanto, 
seduce  a quien la mire más de un segundo.
Acerco su hocico al abrevadero, 
la limpio amorosa con mis manos 
Acaricio su cuello delicado, la grupa fibrosa.
Mi yegua blanca, que de tan blanca es azul, es milagrosa.
Su fama de encantar al cielo, al sol , bailar sobre la luna
ha llegado más allá de la comarca.
Su figura bailando en  las alturas ha causado el interés 
malsano de los humanos.
Pronto tendremos una verdadera multitud clamando por tocarla.
Ha llegado el momento de marchar de pueblo.
Mi yegua blanca , que de blanca es azul , está en peligro.
Ella domina a los astros , vuela, baila,  dirige inhiesta la manada
no sabe de maldad.
Pronto querrán poner precio a su cabeza.
Ella es libre como ninguna,
Esta noche marcharemos a otros campos

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