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sábado, 24 de enero de 2015

Trenzada en el follaje, 
desperté a la luz de la mañana
Enlegañada, aturdida.
Era yo un  arbusto, una flor, 
una mata inmersa en el alma del follaje,
impregnada de la fragancia soñada,
ebria de ella,
No responder nada a nadie.

Tampoco desatar mi cuerpo del follaje.
Es mi cabellera frondoso arbusto,
mis ojos, néctar dulce de flores. 
mi boca  derrama dulzuras.
El cuerpo entero impregnado del perfume
que enloquece mis sentidos,
lo ansían, esperan, buscan con fruición
más y cada vez más intenso,
 más  fragancia líquida,
vía oral, inyectable. bebible, intravenoso
pero mis poros dilatan , mis fosas nasales
se abren por recibir la dosis casa vez mayor.
Por él, vivo ebria, 
lejos muy lejos de mi realidad
de paciente en una clínica hermosa
cercada de follaje,
ese mismo,
 que me hace volar por encima
de las nubes,
del encierro, su horror.

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